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Convento a de ser obligado como lo obligamos a boluer y restituyr los dhos. 3600 ducados y entregarlos al convento de sancta María la Real de esta dha. Ciudad ... para que con lo que redituaren hagan y cumplan en dho. convento todo lo contenido en esta escriptura

El lugar comprendido fuera de los bastidores, estaba lleno de gente, toda alegre y toda non sancta: comediantes y comediantas, poetas, galanes de bastidores y criadas; se hablaba, se murmuraba, se mentía; y al pasar Dorotea junto á un grupo de hombres, en medio del cual había una joven sumamente hermosa, dijo á uno de los del corro, haciéndole reparar con una indicación en Juan Montiño: Dejad estar entre bastidores á este caballero, que es cosa mía.

Hállase en la Historia del linage y Casa de Córdoba, del abad de Rute, m. s. de la Real Academia de la Historia; en otro curioso m. s. de la misma Academia titulado Antigüedad y grandezas del suntuosísimo y máximo templo de la sancta catedral iglesia antiguamente metropolitana de Córdoba, etc., compuesto para despues reducirlo á mejor forma por Joseph Antonio Moreno, Martin, Velazquez de los Reyes, capellan de la veintena, etc., año 1686; y hállase asímismo en cuanto á lo sustancial en Gomez Bravo, Obispos de Córdoba, lib.

Por grant sabor que habemos de facer bien e merced al obispo D. Ferrando e al cabildo de la Eglesia catedral de la N. C. de Córdoba la que ganó el muy noble rey D. Ferrando nuestro padre de moros e la pobló de cristianos á servicio de Dios e de Sancta María, e por las almas del muy noble rey D. Ferrando nuestro padre et de la muy noble reina D.ª Beatriz nuestra madre, e por remision de nuestros pecados, dámosles e otorgámosles carta, bien á los que agora y son como á los que serán de aquí adelante, para siempre jamás, las nuestras treinta y tres tiendas que son cerca de la misma Eglesia.

Las órdenes menores de portero, lector, exorcista y acólito le parecieron llenas de encanto, por la suma de dignidades que indicaban y por las que anunciaban. ¡Ser portero de la casa de Dios! ¡Leer al pueblo la divina palabra! ¡Lanzar al enemigo malo fuera del cuerpo en que hace presa! ¡Poder acercarse al Sancta Sanctorum! ¡Qué grandiosos y envidiables privilegios!

A la mitad del acto cuando Dinorah recobra la razón y quiere recordar la bellísima plegaria ¡Sancta María! entre sublimes vacilaciones de la orquesta, que parecen revelar los esfuerzos mentales de la pobre loca, envolvióse Currita en su soberbio abrigo de terciopelo granate, forrado de pieles blancas, y aceptando en señal de reconciliación el brazo de Diógenes, salió del palco escoltada por Villamelón y Leopoldina, gozoso él por irse a dormir su indigestión, furiosa ella por marcharse sin oír el coro final de la romería.

Y yendo así y como disparados familiar y alguacil, y muy cerca ya de la casa de doña Guiomar, oyeron un rumor de voces que de la cercana revuelta de una callejuela venía, y como templar de vihuelas; cosas que daban a entender claramente que se trataba de dar música por algún enamorado a la señora de su pensamiento; y había por entonces una ordenanza que mandaba que de noche y a deshora no se diesen músicas por las calles, so pena de dos días de cárcel y diez ducados para obras pías; y como la gente que sonaba junta a poco trecho parecía mucha y debía ser alegre y maleante, y ellos sólo eran dos, o diríase mejor, uno y medio, porque el familiar aprovechaba poco, éste ordenó al alguacil torciese el paso por la boca de una callejuela que se veía a mano, y rodease, con lo cual el familiar creyó haber evitado aquella gente non sancta; pero vio, cuando dada la vuelta se hallaba a poca distancia de la casa de doña Guiomar, que a su puerta había un gran bulto de sombras como de hombres, del cual salía confuso rumor de voces recatadas.

Veíase en un extremo, tras un gran biombo de nueve hojas de laca de Coromandel, descascarado por todas partes, una enorme mesa cargada de papeles y rodeada de artísticos armarios, todos al alcance de la mano, sancta sanctorum, donde sólo penetraban los iniciados en los asuntos y manejos del diplomático.

Sancta Sanctorum! interrumpió un apuntador que había sido seminarista. Bueno; sanctorum omnium.

Y , por quien las musas aseguran Su partido, DON FELIX ARIAS, siente, Que por su gentileza te conjuran: Y ruegan que defiendas desta gente Non sancta su hermosura, y de Aganipe Y de Hipocrene la inmortal corriente. Consentiras tu á dicha participe Del licor suavisimo un poeta, Que al hacer de sus versos sude y hipe?