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La lancha no tenía timón. Para momentos peligrosos, es más conveniente un remo largo, bien sujeto a popa, haciendo de espadilla. Todas las mujeres y chicos nos contemplaban con ansia. Era un momento aquel por el cual yo tenía la certidumbre de que había de pasar alguna vez en mi vida.

Frente á se hallaba el buen Alain, que me sonreía á cada golpe de remo, con aire de complacencia y protección: más próxima, la señorita Margarita vestida de blanco contra su costumbre, bella, fresca y pura como una azucena, sacudía con una mano las húmedas perlas que la mañana suspendía en el encaje de su sombrero, y presentaba la otra como un incentivo á Mervyn, que nos seguía á nado.

Zurbelcha seguía inclinado sobre su remo y la lancha avanzaba hacia el puerto. Quedaba otra dificultud: el pasar la barra. Recalde, Zelayeta y yo llegamos a la punta del muelle en este momento. El atalayero, desde las rocas, fué dando instrucciones con la bocina a Zurbelcha, y la lancha pasó sin dificultad. Poco después los náufragos estaban en tierra firme.

Llevado a Constantinopla, y puesto al remo de una galera que cargaba materiales para el Palacio del Sultán, fue uno de los que mataron a los guardas a pedradas, huyendo a Sicilia con el bajel. El hábito del acecho continuo y de los ataques súbitos como picotazos, había dejado un gesto de resolución instantánea en sus ojos enérgicos.

Y el padre se arrojó al agua, nadando vigorosamente, mientras el compañero amainaba la vela. Nadó y nadó, pero sus fuerzas casi le abandonaron al convencerse de que el objeto era un remo, un despojo de su barca. Cuando las olas le levantaban, sacaba el cuerpo fuera para ver más lejos. Agua por todas partes.

Puesto que he mencionado algunos lagos, diré algo mas sobre el conjunto de los que tiene Suiza. Casi todos los de primera clase son navegados por buques de vapor y barcas veleras; algunos solo son surcados por barquichuelos ó canoas de remo insignificantes; el mayor número carece de toda navegacion.

De aquí el rio abajo navegando, El Armada se sale á remo y vela: Un temporal se viene levantando, Que las yerbas del campo arranca y vuela. Del isla grande priesa me estan dando, Que parece la gente se recela. Pues vamos allá agora, que esta Armada Aquí queda segura rancheada. El isla parecia que se hundia, Y el cielo que venia de caida.

Contó el renegado la industria y medio que tuvo para sacar a don Gregorio; contó don Gregorio los peligros y aprietos en que se había visto con las mujeres con quien había quedado, no con largo razonamiento, sino con breves palabras, donde mostró que su discreción se adelantaba a sus años. Finalmente, Ricote pagó y satisfizo liberalmente así al renegado como a los que habían bogado al remo.

Como habían tenido la precaución de llevar cuerdas en la chalupa, les fué fácil sujetar firmemente a proa y a popa los dos remos, amarrándolos a las banquetas; partieron otro remo por la mitad para utilizar los trozos como vergas, y con la tela encerada y una manta hicieron las velas, atándolas por las puntas inferiores a las bordas de la chalupa.

En esto, la mar nos fué atracando el uno al otro; y ya estábamos al habla, cuando la suerte le puso un remo delante. Agarróse á él y descansó una miaja.