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Spadoni sonreía, pero acabó por intimidarle la curiosidad irónica fija en su persona. Muchos de los que le contemplaban eran importantes personajes que siempre le habían infundido gran respeto. Por fortuna, sentía á sus espaldas á la duquesa, sentada con un aire de patrona, vigilándole autoritariamente. Si cometía algún error, esta gran dama era capaz de pegarle... ¡Animo y adelante!...

Asombrados contemplaban nuestros viajeros el inesperado espectáculo, cuando el azotador entregó libro y disciplinas á su compañero y descubrió sus propias espaldas, de las que muy pronto empezó á correr la sangre, á los zurriagazos furibundos que le daba su verdugo. Cosa extraña y nueva aquella para Roger y Tristán, mas no para el arquero.

Cuando los españoles contemplaban así su propia imagen; cuando conocían de esta manera los célebres y culminantes sucesos de los tiempos pasados, y los más grandiosos é interesantes de los presentes en el brillante espejo de su poesía, ¿cómo no habían de agradecerlo al poeta, cómo no admirarlo, cuando por su mediación veían elevarse tan alto el pueblo á que pertenecían?

Y ¡por vida mía! que estas muchachas francesas valen un imperio. Mira esa moza del zagalejo azul. ¡Vaya un palmito! No es maravilla que el aspecto de la ciudad produjera profunda impresión en los que la contemplaban por vez primera. Rica, populosa, animadísima, Burdeos se hallaba entonces en su apogeo.

El muchacho abrió los ojos y les miró con espanto. Luego, como por súbita inspiración, se apoderó del bastón que Alcázar traía en la mano y comenzó a moverlo cadenciosamente a un lado y a otro como si desempeñase una tarea difícil. Clementina y su amante le contemplaban llenos de asombro sin poder darse cuenta de lo que aquello significaba. Algunos obreros se acercaron.

Acodados en la borda, contemplaban los dos amigos el color del agua. Había cambiado de tono. Ya no tenía el azul grisáceo de los mares europeos, el azul dorado del trópico ni el azul profundo y luminoso de las costas brasileñas. Ahora su coloración era verde, un verde claro con reflejos amarillentos.

No muy lejos observó que una cabecita de mujer estaba vuelta hacia él, y que unos ojos negros le contemplaban sin pestañear; la cabeza era hermosa y delicada como la de una madona, los ojos vivos y alegres.

Cuando volví en y me repuse halléme en medio de un grupo de hombres y de mujeres que me contemplaban con indulgente interés capaz de matarme; sentí que alguien me agarraba rudamente, volví la cabeza y vi que era Oliverio.

Todos le contemplaban curiosamente y sin quitarle ojo, excepto Pedro, el cual, ajeno totalmente al espectáculo, se ocupaba en sacar el cartucho quemado de la escopeta y en arreglar sus llaves. Una llama brotó súbito de la hierba y rozó el hocico del animal, que sacudió la rama con violencia. Ya le come, ya le come, por do más pecado había dijo riendo el cura.

Hablaba riendo, como si quisiera cegar con el brillo de su dentadura a todos los papanatas que la contemplaban de lejos. Por todo el mercado extendíase un rumor de curiosidad, un zumbido de admiración y escándalo, al ver frente a frente, a la faz de toda la ciudad, hablando con sonrisa de buena amistad al diputado y la cantante.