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En esto, la mar nos fué atracando el uno al otro; y ya estábamos al habla, cuando la suerte le puso un remo delante. Agarróse á él y descansó una miaja.

Al verlo y al oirlo, la sangre se cuaja en el cuerpo, y los pelos se ponen de punta; arma usté los remos, isa una miaja de trapo pa ver de correr por delante; y, ¡tiña!, antes que se la primer estropá, ya está aquello encima. ¿Á qué llama usté aquello?

En caso de querer a alguno, este alguno podía ser aquel. Lo más particular era que Baldomero, después de concertada la boda, y cuando veía regularmente a su novia, no le decía de cosas de amor ni una miaja de letra, aunque las breves ausencias de la mamá, que solía dejarles solos un ratito, le dieran ocasión de lucirse como galán.

Ya tenía Benina un espantoso lío en la cabeza con aquel dichoso clérigo, tan semejante, por las señas y el nombre, al suyo, al de su invención; y pensaba si, por milagro de Dios, habría tomado cuerpo y alma de persona verídica el ser creado en su fantasía por un mentir inocente, obra de las aflictivas circunstancias. «En fin, veremos lo que resulta de todo esto se dijo subiendo pausadamente la escalera . Bien venido sea ese señor cura si viene a traernos algo». Y de tal modo arraigaba en su mente la idea de que se convertía en real el mentido y figurado sacerdote alcarreño, que una noche, cuando pedía con antiparras y velo, creyó reconocer en una señora, que le dio dos céntimos, a la mismísima Doña Patros, la sobrina que bizcaba una miaja.

Que ya no me quiere; que se ha apagao de repente el aquel que me tenía. Que no siente por mi ni una miaja de afecto y no quiere mentir fingiendo cariño... ¡Como si un querer pudiera apagarse de pronto, lo mismo que una luz!... Rafael recordaba el final de su última entrevista.

Ya sabes, Gabriel: la eterna ceguera de ciertos toledanos de medio pelo, que aceptan como una gloria el noviazgo del cadete con la niña, a pesar de que son rarísimos los casos en que estos amores llegan al matrimonio. Aquí no hay mujer que posea un mediano palmito y se escape de haber tenido su miaja de encariñamiento por unos pantalones colorados.