United States or Turks and Caicos Islands ? Vote for the TOP Country of the Week !


Alain, haga ensillar un caballo para el señor... cuál, Margarita. Dele á Proserpina murmuró el señor de Bevallan, riendo en mis barbas. ¡No, á Proserpina no! exclamó vivamente la señorita Margarita. ¿Por qué no Proserpina, señorita? le dije yo entonces. Porque lo arrojaría á tierra me respondió rotundamente la joven. ¡Oh! ¿cómo es eso?

En resumen, el señor de Bevallan, que no teme instituirse profesor cínico de estos calaveras sin barba, no me ha gustado, ni pienso haberle agradado tampoco. Protesté un poco de fatiga y me retiré. A mi llamamiento, el viejo Alain tomó una linterna y me guió á través del parque hacia la habitación que me estaba destinada.

Apenas me vi libre del viejo Alain, que es de genio un poco noticiero, me puse á escribir el relato de este importante día, interrumpiéndome por intervalos para escuchar el murmullo bastante dulce del pequeño río que corre bajo mis ventanas, y el grito del tradicional mochuelo, que celebra en sus vecinos bosques sus tristes amores. 1.º de julio.

¿Por qué?... dijo Alain moviendo la cabeza con aire pensativo. 25 de julio. En el mes que acaba de pasar, he ganado una amiga y me he hecho, según creo, dos enemigas. Las enemigas son la señorita Margarita y la señorita Helouin. La amiga, es una señorita de ochenta y ocho años. Temo que no haya compensación en el cambio.

Es una verdad, señor, que de dos ó tres años á esta parte, la señorita ha cambiado completamente. En otro tiempo era alegre como un pájaro y ahora, podría decirse, que hay algo que la apesadumbra; pero no creo, salvo mis respetos, que sea su amor por ese señor lo que la abate. Usted tampoco parece muy tierno por el señor de Bevallan, mi buen Alain. Es de una excelente nobleza, sin embargo...

Cuando la señorita Oyadec se hubo perdido de vista, una idea extraña se ofreció repentina al pensamiento de la señora de Laroque: era que, después de todo, no hubiera hecho mal en dar, además de su admiración, una pieza de cinco francos á la pastora. ¡Alain! exclamó ¡llámela!

Después de las justas alarmas, que durante dos días me habían atormentado, tanta condescendencia me hizo temer, como sucede siempre, ser el juguete de un sueño insensato. Perdón, señorita... ¿cómo decía usted? Que venga á dar un pequeño paseo con Alain, Mervyn y yo. Con mucho gusto, señorita. Entonces, tome su álbum.

Eran la señorita Margarita, apoyada en el brazo del señor de Bevallan, la señorita Helouin y la señora Aubry seguidas de Alain y Mervyn. El ruido que hacían al aproximarse, había sido apagado por el ruido de las cascadas; sólo estaban á dos pasos de , no tuve tiempo para retirarme, fué preciso que me resignara al desagrado de verme sorprendido en mi actitud de pensador melancólico.

Ordinariamente, el viejo Alain la sigue á alguna distancia; otras veces no lleva más compañero que el enorme y fiel Mervyn, que alarga el paso al lado de su bella ama, como un oso pensativo. Con este tren se va á correr por todo el país vecino aventuras de caridad.

Alain y yo al menos avanzábamos con gran trabajo, encorvados, estrellándonos la cabeza á cada paso, y haciendo caer sobre nosotros, á cada uno de nuestros pesados movimientos, una lluvia de rocío; pero la señorita Margarita, con la destreza superior y la flexibilidad propia de su sexo, se deslizaba sin esfuerzo aparente, á través de los intersticios de aquel laberinto, riendo de nuestros sufrimientos, y dejando negligentemente cimbrar tras ella las flexibles ramas, que venían á azotar nuestros rostros.