United States or Spain ? Vote for the TOP Country of the Week !


La rigidez del gobernador Velasco suscitó en 1820 la primera pendencia entre los indígenas y la autoridad. Injustamente quejoso este gobernador, del cacique de San-Pedro, llamado Marasa, lo hizo venir á su presencia y le mandó deponer el baston, distintivo del poder. Négose á ello el cacique, alegando que Dios le habia conferido aquel privilegio.

El cacique de Tintay cumplía anualmente por enero con la obligación de ir al Cuzco, para entregar al corregidor los tributos colectados, y su regreso era celebrado por los indios con tres días de ancho jolgorio. En febrero de aquel año volvió a su pueblo el cacique muy quejoso de las autoridades españolas, que lo habían tratado con poco miramiento.

No me había dado derecho alguno para estar quejoso, ¿De qué la podía yo censurar? Hubiera podido quejarme de ella si me hubiera halagado con esperanzas engañadoras; pero nunca me dio la menor esperanza, nunca me prometió cosa alguna

Y yo digo, que estoy muy quejoso de la descortesia que conmigo se usó en partirse vm. deste monte sin despedirse de , ni de mis hijas, sabiendo quanto le soy aficionado, y las musas por el consiguiente; pero si se me por disculpa que le llevó el deseo de ver á su Mecenas el gran conde de Lemos en las fiestas famosas de Napoles, yo la acepto y le perdono.

Un ladrón consentido por años y años, si hemos de creer lo que dice Pepe de Pepa José, el denunciante quejoso.... Por lo visto, Lobato y yo estamos de acuerdo para arruinaros a vosotros, para acabar con los bienes de Cabruñana. Nadie dice eso, tío; nadie dice....

Cierto egregio personaje no tuvo noticia de las disputas histórico-filosóficas, pero la tuvo pronto de las intimidades y de los paseos. En su dignidad, jamás quiso darse por entendido ni mostrarse quejoso, pero desistió por completo de acudir y aun de pedir nuevas citas, dado que las antiguas hubiesen sido realidad y no invención o fábula de desocupados maldicientes.

Habíase convertido don Manuel en un soñador quejoso. Hacía tiempo que parecían extinguidas en él aquellas ráfagas de alegría loca que, de tarde en tarde, solían sacudirle, agitando toda la casa. En tales ocasiones, parecía don Manuel un delirante. Todo su cuerpo se conmovía con el huracán de aquel extraño gozo que le hacía cantar, correr, tocar el piano y reirse a carcajadas.

Tan sábio era, y astuto y cauteloso En su trato y vivienda nuestro Irala, Que no tiene algun hombre dél quejoso, Que á todos en amor parece iguala. Con esto y con su pecho valeroso, Contrasta cualquier mal, y suerte mala, Y á su diccion y mando muy rendidos, A sus contraríos tiene y sometidos.

A don Quintín se le ocurrió una idea portentosa: pareciole que no cabía más en cerebro humano. Aquel hombre que se había burlado de él, le estaba facilitando el camino de la más sabrosa venganza. Otra era la que él tenía pensada; pero, pues las cosas venían rodadas... ¡también aquélla! Don Juan continuaba diciendo: ¿No está usted quejoso de ella, no se ha portado con usted indignamente?

No te pienses partir, si por ventura 2415 No lo quieres fingir para matarme; Que ya no tiene estado mi locura Que yo pueda perderte y dejarme; Que si tienes nobleza y hermosura, Del cántaro por armas pienso honrarme; 2420 Que con el premio con que ya se trata, Amor le volverá de barro en plata. Calle. Martín, en esta ocasión Me habéis desfavorecido: Quejoso estoy y ofendido. 2425