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Habíase convertido don Manuel en un soñador quejoso. Hacía tiempo que parecían extinguidas en él aquellas ráfagas de alegría loca que, de tarde en tarde, solían sacudirle, agitando toda la casa. En tales ocasiones, parecía don Manuel un delirante. Todo su cuerpo se conmovía con el huracán de aquel extraño gozo que le hacía cantar, correr, tocar el piano y reirse a carcajadas.

¡Crónica yo! respondió Casa-Vieja, quitándose el cigarro de la boca para sacudirle la ceniza . Si la quieres negra... Aquí no se gasta otra cosa. Pero, ante todo, vamos a ver, ¿qué demonios has hecho por ahí fuera, sin maldita la necesidad la mayor parte del tiempo? Porque la madre patria ha podido pasarse muy bien sin tus servicios diplomáticos..., llamémoslos así.

Y no pudiendo refrenar sus ímpetus más tiempo, le dijo sordamente: Ven conmigo. Le llevó al comedor donde las mesas estaban ya esperando a los invitados. Allí, en el hueco de un balcón, desahogó su ira. Le llenó de insultos y dió por definitivamente rotas sus relaciones. Llegó a sacudirle violentamente por el brazo. Alcázar quedó tan estupefacto, tan aterrado, que no supo contestar. Esto le salvó.

El redil está lejos aún y ya tendré ocasión de sublevarme, de arrancar el cayado de manos de la pastora y hasta de sacudirle con él se obstina en guiarme y en disponer de a su antojoCon esta bien meditada resolución, Juanita iba, sin embargo, agotándose. Bien podríamos asegurar que a Juanita no le quedaba ya paciencia ni para veinticuatro horas.

¡Ya pareció aquéllo! dijo el joven con despecho, muy molestado por la agria reprensión. Pues si quieres que no te diga ciertas cosas, procura callarte otras. Pepe Castro se encogió de hombros con superior desdén y se alzó de la silla. Dió algunas vueltas distraídamente por la estancia y paró al fin delante de un cuadrito, que descolgó para sacudirle el polvo con el pañuelo.

Más te valiera quedarte aquí, que yo te daré toda la guerra que quieras, sin ir tan lejos. Eso no lo dudaré yo, buena mujer, dijo Simón, que ni franceses ni españoles han de sacudirle el polvo como vos lo hacéis. ¿Y á qué te importa, deslenguado? exclamó la viejecilla volviéndose airada contra Simón. ¡Bonito soldado estás también, entrometido, borrachín!

Ahora al cabo tienen el propósito de sacudirle. En la ciudad santa de la India, foco ardiente y luminoso de su religión y centro de su antiquísima cultura, abrigan tan gran propósito. Conspiran para lograrle los brahmanes más ilustres y algunos chatrias de generoso carácter y de regia extirpe.

Vendremos antes de ponerse el sol, D. Andrés... y le aseguro que vendremos bien acompañados. Esto dijo el seminarista guiñando un ojo. Y, en efecto, al día siguiente de madrugada, cuando aún no se veía del todo claro, llamó a grandes golpes a la puerta de la rectoral. Despertaron a Andrés de su profundo sueño, y después de mucho sacudirle, consiguieron ponerle en pie y que se aderezase.

Entonces le cogía las orejas, las estrujaba hasta arrancarlas. No satisfecha todavía, irritada de no poder herirla en la cara, tomó un plumero que había sobre la mesa, y con el mango comenzó a sacudirle sobre las manos, dejándolas cubiertas de cardenales. Al fin consiguió salvarse.

Un día trasladando Miguel una cesta con ropa aplanchada de un sitio a otro, la dejó caer al suelo y se manchó una buena parte. Petra, hasta entonces, en sus más fuertes enojos no había hecho mas que cogerle por el brazo y sacudirle; ahora le dio una soberbia bofetada que le encendió el rostro.