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Espero que cuantos se dignen honrarme leyendo mis pobres reflexiones, me dispensen toda su induljencia por los defectos que notaren, atendiendo únicamente á ver en mis líneas el deseo laudable de mejoras en Filipinas en los ramos de que va hecha mencion; y si de estas mal coordinadas frases resultare algun beneficio ó utilidad en favor de aquellos paises, con solo esto quedarian premiados con usura los deseos del que habla, por la satisfaccion de haber contribuido al logro de tan interesantes objetos en alguna parte, por pequeña que esta fuese; único premio que anhela por el celo que abriga en su corazon en tan alto grado como el que mas, por el bien y felicidad de todos los habitantes de aquellas Islas, á quienes profesa el mas puro afecto, conserva y conservará siempre las mejores simpatías y mas gratos recuerdos.

Poco después, el señor don Alejandro, que siempre me había distinguido y honrado con su amistad, quiso honrarme y favorecerme nuevamente dándome plenos poderes para administrarle sus haciendas de aquí, que no son pocas.

Sólo una vez durante la lectura levantó la vista de la carta y la fijó un momento en el joven. Cuando hubo concluído de leer la carta, la dobló y la dejó sobre la mesa. Su majestad la reina, nuestra señora dijo el padre Aliaga reposadamente á Juan Montiño , al honrarme escribiéndome de su puño y letra, me manda que interponga por vos mi influjo, y me dice que la habéis hecho un eminente servicio.

Se abre una puerta, y se oye en el pasillo un trotecito de ratón. Era Mamette. Nada tan conmovedor como aquella viejecita con su gorro de casco, su hábito carmelita y el pañuelo bordado, que por honrarme tenía en la mano, conforme a la usanza antigua. ¡Cosa enternecedora: se parecían! Con papalina y cosas amarillas también él hubiera podido llamarse Mamette.

Hablé como reyna, pero fuí tratada como una moza de cántaro: el Hircano, sin dignarse siquiera de responderme, le dixo á su eunuco negro que yo era mal hablada, pero que le parecia linda. Mandóle que me cuidase y me diera el trato que á las que estaban en su privanza, para que me volviesen los colores, y fuese mas digna de sus caricias el dia que le pareciese oportuno honrarme con ellas.

»En efeto, viéndome apurado, y que mi alma se consumía con el deseo de verla, determiné poner por obra y acabar en un punto lo que me pareció que más convenía para salir con mi deseado y merecido premio; y fue el pedírsela a su padre por legítima esposa, como lo hice; a lo que él me respondió que me agradecía la voluntad que mostraba de honralle, y de querer honrarme con prendas suyas, pero que, siendo mi padre vivo, a él tocaba de justo derecho hacer aquella demanda; porque, si no fuese con mucha voluntad y gusto suyo, no era Luscinda mujer para tomarse ni darse a hurto.

Y ahora diré a Vd. que nada de eso me es ajeno, y que tengo costumbre de honrarme con la amistad de los que se consagran a tan glorioso servicio, es decir, que aunque sólo fuera por esto, le hubiera llamado a Vd.; pero es el caso que, además, vamos a tratar de otro asunto. Mande Vd.

Pues ¡por el agua de Dios, Aunque poca me ha cabido, 2440 Que soy yo tan bien nacido!... ¿Quién pudiera como vos Honrarme con Isabel? ¿Hay hidalgo en Mondoñedo Que pueda, como yo puedo, 2445 Volver la silla á el dosel? Dejad el enojo ya; Y pues que sois entendido, Decidme si acierto ha sido Casarme.

No te pienses partir, si por ventura 2415 No lo quieres fingir para matarme; Que ya no tiene estado mi locura Que yo pueda perderte y dejarme; Que si tienes nobleza y hermosura, Del cántaro por armas pienso honrarme; 2420 Que con el premio con que ya se trata, Amor le volverá de barro en plata. Calle. Martín, en esta ocasión Me habéis desfavorecido: Quejoso estoy y ofendido. 2425

Mi excelente amigo: Á su bizarría, á su generosidad, se debe que estos Apuntes sevillanos salgan á la luz pública, reunidos y puestos en orden conveniente. ¿Cómo no he de honrarme escribiendo su nombre de Vd. en la dedicatoria de este mi nuevo libro?