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La reina se quejaba de que mi padre dominaba al rey; y que no se hacía más que lo que mi padre quería; que las rentas reales se iban empeñando más de día en día; que la reina estaba humillada; que nuestras armas sufrían continuos reveses; que, en fin, era necesario hacer caer á mi padre de la privanza del rey, para lo cual debían unir sus esfuerzos la reina y don Rodrigo.

La privanza de esta con doña Inés llegó al fin a su colmo.

Este hombre cuyo nombre figurará más adelante en este relato se llamaba Andrés, y en su calidad de hijo del país y casi de hijo de la casa, tenía con respecto a su amo tanta privanza como ternura.

Natural era también que el nuevo rey tuviese nuevo privado, pero nunca con mayor exaltación y reconocimiento de méritos que D. Cristóbal cayó nadie de la privanza. Los favores regios vinieron sobre él en aumento de su estado y de su casa. Don Cristóbal fue, por último, el primer virrey que Portugal tuvo, a despecho y con envidia de príncipes y de grandes señores que hubieran querido serlo.

Para afrontar el problema, es necesario empezar por reconocer que cuando la democracia no enaltece su espíritu por la influencia de una fuerte preocupación ideal que comparta su imperio con la preocupación de los intereses materiales, ella conduce fatalmente a la privanza de la mediocridad, y carece, más que ningún otro régimen, de eficaces barreras con las cuales asegurar, dentro de un ambiente adecuado, la inviolabilidad de la alta cultura.

Los mártires del Japón. La mayor corona. Autos sacramentales: El furor del cielo. Al fin se lee: «Fué sacado del segundo traslado que se sacó en Madrid, y éste se sacó en Aranda, á 17 de mayo de 1621Auto de la Santa Inquisición, del año 1629. La adúltera perdonada. Auto de las albricias de Nuestra Señora. Auto del Ave María y del Rosario. La oveja perdida. La privanza del hombre.

El Secretario Antonio Perez, despues de varios tranzes, de peligros grandíssimos y mil persecuciones con que pareze quiso mostrar la fortuna que levanta á la cumbre de la privanza á los que fian en el valor de Príncipes para derrivarlos en un avismo de miserias, murió en París; pero con tales demostraciones de piedad y christiandad, que bien pudieran conocer todos se cumplia con él lo que la Benerable Madre havia alcanzado del Señor.

Mi privanza con el príncipe, en vez de producirme ganancias, me produce gastos exorbitantes. Bien es verdad, que es dinero que se siembra para cogerlo dentro de diez, dentro acaso de veinte años, y esto de una manera dudosa. Estoy empeñado; los acreedores me asedian, y para pagarles me veo obligado á conspirar. ¿A conspirar contra mi? Contra todo el mundo.

Como reinaron los emperadores bizantinos, cuya historia está formada por tres períodos, a saber: triunfo, decadencia y ruina, así Amaury, Raúl y Felipe gozaron sucesivamente durante diez días cada uno la privanza de Antoñita. De tan efímeros reinados vamos a dar algunas noticias incompletas, que seguramente el lector sabrá complementar con discreción y perspicacia.

Ya estamos solos, padre y señor dijo ; á qué habéis venido aquí; que por el afán de guardar para vos solo el favor de su majestad, habéis llegado hasta el caso de traición, de tomar el nombre de su majestad, de querer pasar ante esa mujer por su majestad, para deshacer uno de los medios que suponéis de mi privanza con el príncipe. ¿Pero quién os ha dicho eso? El bufón del rey.