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La terminacion de la campaña trajo la desavenencia entre el capitan general Miyares y Monteverde, que se negaba á reconocer su autoridad en los paises por él recuperados para la España, dando por resultado la destitucion del primero y la elevacion del pacificador á la dignidad superior de Venezuela. Entonces, alegando que se conspiraba nuevamente, apresó á muchos distinguidos americanos.

Los toros habían de ser conducidos desde la dehesa de Tablada a los corrales de la plaza. Gallardo no asistió, a pesar de sus deseos de acompañar a doña Sol. Se opuso el apoderado, alegando lo necesario que le era descansar, para encontrarse fresco y vigoroso en la tarde siguiente. A media noche, el camino que conduce de la dehesa a la plaza estaba animado como una feria.

No puede ser replicó el lectoral; alegando que si le escuchaba como confesor, no podría usar de sus revelaciones, en adelante. Ramiro refirió entonces, con acento moribundo, de qué modo había caído en plena conspiración y cómo le sorprendieron y acuchillaron.

En el bulevar de la Poisonnière ó de San Dionisio, he visto hoy una especie de programa en que uno se presenta como candidato á la diputacion, alegando por título que vestirá á las mujeres mejor y más barato que ninguna casa de Paris. ¿Qué mayores ventajas podeis hallar en un diputado, dice á los electores, que la de contentar á vuestras mujeres?

Inútil es que haya quien se obstine en negarlo alegando que además de cuadros devotos, también se pintaban muchos de otros asuntos.

A pesar de este final triste, los convidados de Sánchez Morueta reían, encontrando muy interesantes las diversiones de los opulentos patanes. Era bien entrada la tarde cuando terminó la comida. El capitán Iriondo después de brindar por su principal y amigo se despidió, alegando que tenía á la carga un buque de la casa. El secretario Goicochea se fué con él para dar el último vistazo al escritorio.

Después de esto, el llamado Milord rogó al médico, que ya que estaba en Labarga, se llegase á la cantina de Tocino, el capataz de su confianza, que llevaba varios días inmóvil en la cama por el reuma. Aresti se resistía alegando su viaje á Bilbao. Un momento nada más, don Luis: entrar y salir.

Juan se resistió a satisfacerla, alegando razones diversas. «No me marees, hija... Ya te he dicho que quiero olvidar eso...». Pero el nombre, nene, el nombre nada más. ¿Qué te cuesta abrir la boca un segundo?... No creas que te voy a reñir, tontín.

Guardián de la Recoleta de Cajamarca era, por los años de 1806, fray Fernando Jesús de Arce, quien, contrariando la arzobispal y disciplinaria disposición, dió en permitir el paseíto por su claustro a las cristianas que lo solicitaban alegando el delicado achaque. La autoridad civil tuvo o no tuvo sus razones para pretender hacerlo entrar en vereda, y se armó proceso, y gordo.

Repetidas veces, por ejemplo en el prólogo de El Peregrino, se disculpa de que éstas "no guarden el arte" alegando que el público las quiere así, y él no hace más que continuar las cosas tal como las ha encontrado, siguiendo el mal estilo que se ha introducido en el teatro español.