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¡Oh! ¡maldito sea Greenwood! estalló el sujeto. Dicen que siempre está en Londres contigo; pídele a él, entonces, que te haga dar por los abogados un poco de dinero. Puedes manifestarle que estás apurada, pues tienes que pagar unas cuentas, o alguna otra cosa por el estilo. Cualquier mentira será buena para él. Imposible, Herberto contestó, tratando de mantenerse serena.

Vamos que merecías una zurra, como las chicuelas malcriadas que hacen alguna diablura. Y su mano blanca se movía tras la rejilla con burlona expresión de amenaza. , que eres aficionada á lecturas como todas las jovencitas del día, pídele á tu madre un libro titulado «La entrada en el mundoSi ella no lo tiene, te lo dará tu primo Urquiola que seguramente lo sabe de memoria.

Te digo que se ha de hablar de hasta en la Habana. Bien, bien dijo la Nela con alegría : pero mira que has de ser buen hijo, pues si tus padres no quieren enseñarte es porque ellos no tienen talento, y pues lo tienes, pídele por ellos a la Santísima Virgen y no dejes de mandarles algo de lo mucho que vas a ganar. Eso lo haré.

Buenos días, tía.... ¿Me haces un favor? Mande usted. Coge el sombrero, y corriendito te vas a oír misa. Oye: están llamando; es la misa del P. Solís, que es ligera.... ¡Anda, ve, pídele a Dios que te vaya bien! Obedecí a la anciana, corrí al templo, y la misa muy devotamente. Media hora después estaba yo de vuelta. Cuando llegué, los caballos me esperaban a la puerta.

Mi compañera estaba empeñada en que no habia de ir, y yo empeñado en que no se habia de quedar, y ¡gracias al cielo! esta vez no se cumplió el refran que dice: pídele á Dios que sea bajo! Hago aquí mencion de este triunfo de un marido, porque un hecho tan raro bien merece la pena de que se mencione. Es que yo no hablo una palabra en francés, ¿qué papel haré en la tertulia?

Los escritores, los artistas, los industriales y hasta los tenderos todos se mueren de hambre. Que trabaje el obispo. No hay más medio de ganar dinero aquí que metiéndose en negocios patrocinados por el Gobierno. Pídele datos de esto a tu señor Sánchez Botín. Es un genio. Está muy hueco con el discurso que pronunció ayer. Es de..., de la Comisión. ¿No se dice así? JOAQUÍN. De la Comisión, justo.

Lo que muchas veces se llama desagradecimiento, suele ser exigencias no otorgadas quizás porque vienen repetidas ó porque son odiosas. ¿Por qué te vas de esta provincia? decía en una ocasión una india á un amigo nuestro. Me voy porque me han ascendido, y porque lo manda el rey. Pues, pídele al rey replicó con la mayor naturalidad que te deje aquí, y en cuanto al sueldo, yo te lo daré.

Anda y pídele a tu padre su bendiciónMedio pollito se acercó al respetable autor de sus días, bajó la cabeza para besarle la pata y le pidió la bendición. El venerable pollo se la dio con más dignidad que ternura, porque no le quería, en vista de su carácter díscolo. La madre se enterneció, en términos de tener que enjugarse las lágrimas con una hoja seca.

¿Por qué está sentado el ministro allí? preguntó Perla. Te está esperando para saludarte, replicó su madre. y pídele su bendición.

Bueno prosiguió, acariciando la rubia cabeza de la niña, ya estás perdonada, pero ¡cuidado con hacer maldades! Vete abajo y pídele un beso a Concha. La niña, al oír estas palabras, se puso densamente pálida, permaneció inmóvil algunos momentos, y al fin se dirigió a la puerta con paso vacilante.