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Ahora se poblaba su extensión amarillenta con buques de todas clases: fragatas cabeceantes que hundían sus proas en la espuma a impulsos de los hinchados trapos; vapores negros que regresaban a Europa después de librar su cargamento de carbón; goletas minúsculas inclinándose sobre las olas con una inestabilidad que arrancaba gritos de miedo a las mujeres agrupadas en las bordas del Goethe.

Y si éste parece pequeño peligro, veamos si le iguala o hace ventajas el de embestirse dos galeras por las proas en mitad del mar espacioso, las cuales enclavijadas y trabadas, no le queda al soldado más espacio del que concede dos pies de tabla del espolón; y, con todo esto, viendo que tiene delante de tantos ministros de la muerte que le amenazan cuantos cañones de artillería se asestan de la parte contraria, que no distan de su cuerpo una lanza, y viendo que al primer descuido de los pies iría a visitar los profundos senos de Neptuno; y, con todo esto, con intrépido corazón, llevado de la honra que le incita, se pone a ser blanco de tanta arcabucería, y procura pasar por tan estrecho paso al bajel contrario.

Algunos niños, agarrados de la mano, daban vueltas siguiendo el ritmo de la música. De pronto, un grito compuesto de numerosas exclamaciones, un alarido igual a los que debieron surgir de las proas de las primera carabelas: ¡Allí... allí! ¡Ya se ve!

En las acequias conmovíase la tersa lámina de cristal rojizo con chapuzones que hacían callar á las ranas; sonaba luego un ruidoso batir de alas, é iban deslizándose los ánades lo mismo que galeras de marfil, moviendo cual fantásticas proas sus cuellos de serpiente. La vida, que con la luz inundaba la vega, iba penetrando en el interior de barracas y alquerías.

Cuando llegaron estas ocho á la Roqueta, echando gente á tierra para la aguada sin el orden debido, por competencia sobre quién había de hacer cabeza, los turcos, que vieron el desorden y las proas de las galeras á la mar, descuido inconcebible, por vengar los muertos de la escaramuza anterior, cargaron con furia, matando 150 españoles, comprendidos los Capitanes Alonso de Guzmán, Antonio Mercado, Adrián García, Pedro Venegas y Pedro Bermúdez .

En las pinturas de los muros está el cuento famoso de la guerra de los dos hermanos locos, que se pelearon por ver quién se quedaba, con la princesa Ara: hay procesiones de sacerdotes, de guerreros, de animales que parece que miran y conocen, de barcos con dos proas, de hombres de barba negra, de negros de pelo rizado; y todo con el perfil firme, y el color tan fresco y brillante como si aún corriera sangre por las venas de los artistas que dejaron escritas en jeroglíficos y en pinturas la historia del pueblo que echó sus barcos por las costas y ríos de todo Centroamérica, y supo de Asia por el Pacífico y de África por el Atlántico.

Los pormenores de esta empresa, en lo que toca al rio, pueden reducirse á los siguientes. La navegacion duró 59 dias, desde el 15 de Junio hasta el 12 de Agosto de 1826, estando el rio en estado de decrecencia, á lo que debe atribuirse la lentitud del viage. El barco era plano, de dos proas, con 52 pies de quilla, 16 de manga, y 3-1/2 de puntal, medida de París.

Pocos años vísteis repentinamente invadidas las hermosas orillas del Guadalquivir por las formidables hordas de los Normandos, que sedientos de sangre y de botin, de incendio y destruccion, asestaron contra la opulenta Sevilla las proas de sus terribles dragones , asolaron la tierra de Sidonia y maltrataron la costa de Niebla. ¡Aquella que fué tribulacion grande!

Ganáronse luego las cuatro con pérdida de 200 Genoveses; pero la galera de Berenguer de Víllamarin que tuvo algun poco de tiempo para ponerse en defensa, la hizo de manera, que con tener sobre diez y ocho proas, no la pudieron entrar hasta que todos los que la defendían fueron muertos; sin escaparse un hombre solo; tanta fué la obstinacion con que peleando murieron en el combate de esta sola galera 200 Genoveses, y fueron mucho mas los heridos.

Las proas se dirigían al Norte, y este movimiento, cuyo objeto era tener a Cádiz bajo el viento, para arribar a él en caso de desgracia, fue muy criticado a bordo del Trinidad, y especialmente por Marcial, que decía: «Ya se esparrancló la línea de batalla, que antes era mala y ahora es peor».