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Nos lamentamos entonces de la inestabilidad de las cosas humanas y porque nosotros no tenemos ya aptitud para gozar de bellezas que nos arrebatan, acusamos locamente a la naturaleza de haber cambiado.

El capital triunfante y beatífico estaba compuesto de predios rústicos y urbanos y de valores públicos muy seguros; todo ello, hasta donde cabe en la inestabilidad de los casos, al abrigo de los vaivenes, golpes y reveses de la fortuna.

Un perfume de gran mercado surgía a bocanadas por las puertas: perfume de flores que agonizan lentamente, de frutas y verduras detenidas en su fermentación por la catalepsia del frío, de vinos y cervezas agitados en sus encierros por la continua inestabilidad del buque.

La causa de esta novedad la atribuyen todos á la natural inconstancia é inestabilidad de los indios; mas si yo á este común sentir pudiese añadir el mío particular, diría que ha tenido más alta causa este infeliz suceso; porque siendo la conversión de las almas obra principalmente de Dios, deja Su Majestad muchas veces que las industrias humanas, y la virtud de los medios que ponemos, no surtan efecto, para que desconfiados nosotros de ellos, atribuyamos á sola la virtud de su gracia aquellos sucesos que efectuándose prósperamente, sería fácil cosa nos los atribuyésemos á nosotros mismos.

Para seguir viviendo desahogadamente después del cataclismo, la humanidad iba á necesitar su apoyo ó su benevolencia. «Se ha desviado el centro político de la tierra piensa Lubimoff . Ya no está en París; tampoco está en Londres. Permaneció en Berlín algún tiempo, con temblores de inestabilidad, y ahora ha saltado el Océano

Los pasajeros asentaban sus pies con extrañeza y satisfacción en el suelo inmóvil y firme como el de una isla, después de la inestabilidad ruidosa de la noche anterior. Al salir Fernando a la cubierta de paseo, sintió enredarse sus piernas en un montón de telas vistosas extendidas junto a la puerta, al mismo tiempo que zumbaba en sus oídos el griterío de una muchedumbre.

Usted ya me dijo eso otra vez, señor duque; pero aquel día me causó menos placer que hoy. La señora Chermidy colocó la inscripción de renta en un cajón y se guardó mucho de venderla. Aquella mujer tenía el instinto de lo sólido y desconfiaba juiciosamente de la inestabilidad de las cosas humanas. El duque fue, desde aquel momento, el asociado de su hermosa amiga.

Ahora se poblaba su extensión amarillenta con buques de todas clases: fragatas cabeceantes que hundían sus proas en la espuma a impulsos de los hinchados trapos; vapores negros que regresaban a Europa después de librar su cargamento de carbón; goletas minúsculas inclinándose sobre las olas con una inestabilidad que arrancaba gritos de miedo a las mujeres agrupadas en las bordas del Goethe.

Sabía vagamente cuál era el empleo de su vida exterior: que había viajado y después vivido algún tiempo en Nièvres; que luego había recobrado dos o tres veces sus costumbres en París, para abandonarlas otra vez casi sin motivo y como bajo el imperio de un malestar que se traducía en una perpetua inestabilidad de carácter y como una necesidad de cambiar de lugares.