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Mario quedó tan encantado del éxito de su frase que, excitado por él, supo hallar en poco tiempo otras dos o tres no menos felices. Ambos quedaron en breve tan abstraídos de los ruidos mundanales que sonaban a su alrededor como si se hallasen en las profundidades de una selva virgen.

Y entonces el amor del alma, conforme, identificado con la voluntad de Dios, abarca el universo y cuanta hermosura espiritual y corporal en contiene. Y lejos de quedar el alma, al unirse con Dios, inerte y como vacía y sin conciencia, logra conciencia más clara y distinta, y arde en amor más vivo que todos los amores mundanales.

Los meses transcurridos han dejado en él mayor huella que en los demás. Ya no es el varón preocupado de las pompas mundanales, que consultaba al coronel sobre los méritos de sastres y sombreros. Ha vuelto á la esclavitud del pantalón con rodilleras y la corbata de nudo hecho; lleva la barba muy crecida y revuelta.

Si algunos caballeros respetables se aproximaban a los grupos de damas para conversar con ellas, hasta las más viejas, que parecían ajenas a las vanidades mundanales, los repelían con dengues juveniles. ¡Ay, no se acerquen ustedes! Estamos horribles. Con este maldito mar está una impresentable. Todas tenemos algo verde en la cara.

Despidió el rey al astrólogo despues de remunerarle fastuosamente, y cuenta la tradicion que desde aquel dia se abstuvo de los placeres mundanales, siendo la piedad, la justicia y la benevolencia la única guia de sus acciones.

Y cuando llegan a un rincón apartado y solitario donde las sombras se espesan, donde no llegan los ruidos mundanales ni penetran los ojos maliciosos de los hombres, llaman con gritos de alegría, como pajaritos de Dios, a sus compañeras, las invitan a venir a disfrutar de aquella amable seguridad donde libremente pueden mostrar sus gracias y recrearse sin peligro de ser sorprendidas.

La mujer, que allá en el claustro representaba la suma de todas las tentaciones, peligros y asechanzas mundanales, el escollo que ante todo debía evitar el hombre para perseverar en el buen camino, el ser á quien los monjes del Císter no podían mirar sin pecado ni tocar sin exponerse á los más severos castigos de la regla.

Su gracia y su hermosura, realzadas por la gravedad de los semblantes; la coquetería de sus movimientos al volver las hojas de los libros llenos de cifras y blasones; el modo de liarse a la muñeca los rosarios que parecían joyas; el inclinar la cabeza sobre el pecho anheloso, mirándose de reojo los pliegues de la falda; alguna tosecilla rebelde, rastro de los escotes del invierno, y alguna sonrisa cautelosa dirigida hacia las laterales de la nave, todo delataba una devoción superficial, elegante, frívola y mezquina; piedad exenta de grandeza, manchada de reminiscencias mundanales.

Te temo porque ignoro lo que ocultas, mi mente no lo alcanza, y temo al encontrarme entre tus brazos, rotos por los mundanales lazos, perder en ellos mi última esperanza. Temo que con mi cuerpo dolorido muera tambien mi idea; temo que el alma sea un sér fingido, que sólo polvo, como el cuerpo, sea.

Esto me acaba de convencer de que la felicidad no se encuentra en los mundanales placeres, y en el cumplimiento del deber, por penoso que éste sea. Cuando se ha empleado el tiempo en terminar un trabajo cualquiera, se encuentra uno contento, y dentro de las leyes de actividad impuestas por Dios mismo.