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Y luego Inca Yupanqui les señaló ciertas chapas y laderas de sierras que en torno de la ciudad del Cuzco están y á vista de él, y allí les mandó que luego fuesen edificados los tales depósitos, para que, cuando el tal proveimiento fuese traido, hallasen en qué lo meter. Y luego fueron los señores á los sitios que por el Inca les fueron señalados y pusieron por obra y edificio los tales depósitos.

Un hechizo maléfico parecía esterilizar los terruños, parar los molinos, los tornos, los telares, descoyuntar el brazo del menestral. Muchos no sabían ya cómo ganar el sustento y salían a hurtarlo donde lo hallasen. Se vivía en la incertidumbre del bocado; el pan se hizo una presa.

De paso diré á V. Sria. lo que se me ha ofrescido a la consideracion, de la causa de este modo de salutaciones, y porque no se use entre los nuestros; y no hallo otras, sino que la frialdad destas provincias ha menester mas fuego que el ordinario para moverse, y que el calor de mi tierra y otras tales no lo sufriria; antes seria ocasion de mil incendios y desconciertos; a lo menos, de que a pocas salutaciones se hallasen las damas sin labios, como el perro de Alcibiades, y sin lengua los hombres, en venganza

El Ayuntamiento, según costumbre, proporcionó digno hospedaje á la Corte, puesto que, de acuerdo con la nobleza de la ciudad, hizo que los grandes, los prelados y las damas hallasen acogida entre las familias más distinguidas.

Un pueblo vigoroso es un pueblo libre... Vamos a ver, siga V. hijo mío... habeo, transitivo...» No gustaba de que le diesen la traducción literal de los pasajes culminantes; antes se complacía en que sus discípulos hallasen modo de trasladarlos a nuestro idioma sin hacerles perder de su vigor y galanura.

Ordenó que se diesen, y dijo que viniesen los tudescos presto porque le hallasen allí, y que él pensaba hacerse á la mar aquella noche; y si descubría á la mañana á la armada hacer su camino de Sicilia, y si no que volvería por los tudescos y la otra gente á recogerlos, si no hubiesen llegado antes que partiese, y que dejaría allí la galera Condesa, que era la mejor que él tenía, para que esperase todo lo posible para recogerme si quisiese irme; y con esto volví al fuerte y orden que se embarcase toda la gente que se pudiese en los esquifes, especialmente los alemanes, y fuímonos á la marina á embarcar D. Alvaro y Guimarán y D. Pedro Velázquez y yo, donde por ser bajamar y no poder llegar á la orilla una fragata en que habíamos de ir todos á las galeras, pasamos á ella D. Alvaro y yo en un barco muy chico con orden que volviese por el Conservador y por Guimarán, á los cuales, ó por no haberlos hallado allí, ó no haber vuelto á ella el barco, no vinieron á nosotros, y paresciéndonos gran vergüenza irnos sin ellos, los esperamos hartas horas; y en comenzando á crescer el agua, ya cerca del día, nos allegamos á tierra, y preguntando por ellos nos dijeron que había gran rato que eran idos, con lo cual nos fuimos, entendiendo que habían pasado de largo por no habernos hallado en la posta que estábamos, y así nos amanesció en el camino y reconoscimos que toda el armada era levada, y la víamos que iba lejos, y mucho más adelante otras velas que juzgamos ser nuestras naves, y parte eran algunas dellas y la mayor el armada del turco.

Díjole tambien, que el tratado penúltimo asignaba los mismos rios, y que, como los demarcadores no los hallasen, se convinieron las Cortes en subrogar en su lugar los rios Igatimí é Ipané-guazú. Estas noticias comunicó el Sr. Vertiz á S. M., proponiendo la subrogacion mencionada, que admitió el Rey de acuerdo con el de Lisboa, expidiendo la real instruccion de 6 de Junio de 1778.

Los convidados se sentaron en medio de una agitación entre placentera y angustiosa, que se revelaba en sus caras risueñas y pálidas a la vez. Los criados, correctamente vestidos, ocupaban sus puestos como si se hallasen en el palacio de Requena.

Y en el infierno se juntaron entre tanto, en sala plena, los más graves jueces de aquel distrito, y haciendo notorio a todos el delito del tal Cojuelo, mandaron despachar requisitoria para que le prendiesen en cualquier parte que le hallasen, y se le dió esta comisión a Cienllamas, demonio comisionario que había dado muy buena cuenta de otras que le habían encargado, y llevándose consigo por corchetes a Chispa y a Redina, demonios a la veinte , y subiéndose en la mula de Liñán , salió del infierno con vara alta de justicia en busca del dicho delincuente.

Quiso la mala suerte del desdichado Sancho que, entre la gente que estaba en la venta, se hallasen cuatro perailes de Segovia, tres agujeros del Potro de Córdoba y dos vecinos de la Heria de Sevilla, gente alegre, bien intencionada, maleante y juguetona, los cuales, casi como instigados y movidos de un mesmo espíritu, se llegaron a Sancho, y, apeándole del asno, uno dellos entró por la manta de la cama del huésped, y, echándole en ella, alzaron los ojos y vieron que el techo era algo más bajo de lo que habían menester para su obra, y determinaron salirse al corral, que tenía por límite el cielo.