United States or Finland ? Vote for the TOP Country of the Week !


Los mozalbetes más osados acercaban a ella el rostro con cierta insolencia, pero la belleza bondadosa de aquella cara de María Santísima les imponía admiración y respeto. Las chalequeras no murmuraban ni reían al pasar Ana. ¡Es la Regenta! ¡Qué guapa es! Esto decían ellas y ellos. Era una alabanza espontánea, desinteresada.

Como estas peloteras eran pan cotidiano, las muchachas de la vecindad, envidiosas de la hermosura de Benedicta, dieron en bautizarla con el apodo de Gatita de Mari-Ramos; y pronto en la parroquia entera los mozalbetes y demás niños zangolotinos que la encontraban al paso, saliendo de misa mayor, le decían: ¡Qué modosita y qué linda que va la Gatita de Mari-Ramos!

El más curtido y experimentado en amor de todos los mozalbetes que viven en París, no podría describir con mayor exactitud que el divino Homero los medios de seducción de que se vale una mujer para engañar, enloquecer y adormecer a su marido o a su amante.

Una de las guasas de aquellos mozalbetes consistía en presentarse los martes siempre vestidos de rigurosa etiqueta, en forma y actitud enteramente diversas del resto de la semana, haciendo profundas reverencias al entrar, saludando a todos con gran ceremonia y llamando a Ramoncita duquesa; a Joaquinita, condesa, y a Pepita, baronesa.

Sería indudablemente por esos mozalbetes recién salidos del colegio, que la echan de políticos altruistas; por esos Richelieu de veinte años que alardean de misántropos; por esos poetas en capullo para quienes la desilusión es una décima musa. Pero , querido Amaury, ya que no por tu edad, por tu posición, debes pretender algo más serio. Y si en realidad no es así, aparéntalo siquiera.

Vaya, ciertísimo. ¿Y el padre es capaz de autorizar semejante casamiento? El padre tiene las agallas de un dorado... ¡Tres millones de duros valen la pena, qué diablos! Los comentarios que hacían a nuestro lado aquellos dos mozalbetes, recorrían sin duda los palcos y la cazuela.

Sevilla, población importantísima, el siglo XVI, era centro en el que se acogía un mundo de pícaros, como los que tan admirablemente retrató Cervantes en Rinconete y Cortadillo, y alrededor de toda aquella hampa, pululaban niños y mozalbetes, de quienes nadie cuidaba y á quienes nadie procuraba apartar de tan extraviados caminos.

Sin ser tímido ni beato, sentía profunda repugnancia por esa libertad de modales que tanto suele agradar á los mozalbetes. Por este lado, pues, no marchaban á la par las aficiones de ambos amantes. Y acaeció lo que era de esperar. El padre de Soledad tenía un íntimo amigo de alguna menos edad que él, llamado Perico Velázquez, hombre famoso en la villa por su guapeza y su trato suelto y cortés.

Causaba cierta sorpresa ver a Maldonado tutear a un hombre ya entrado en años y de venerable aspecto. Todos los mozalbetes del Club de los Salvajes hacían lo mismo, sin que Pinedo se diese por ofendido. Ahí tienes a Mariana siguió éste que acaba de hablar perrerías de ti, y con razón. ¿Pues? No haga usted caso, Ramoncito exclamó la señora de Calderón asustada. Y Pepa también.

También recogían los hermanos á los mozalbetes raterillos, á los cuales tenían algunos días sujetos, procurando corregirlos, y á unos y á otros buscaban luego colocación con algún amo, ó les ponían á aprender algún oficio mecánico, llegando, como la hermandad comprobó por sus libros, á haber colocado á unos 600 muchachos durante los primeros años del instituto.