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Actualizado: 20 de octubre de 2025


Muy buena, muy buena contestó mi tío. ¡Pues a me parece muy mala! Y a también agregó don Juan, haciendo el gesto de asco que le era peculiar. Cosas de muchachos ambiciosos, de mozalbetes: ¡Miren ustedes, qué atrevimiento!

Para ella no había más música que la italiana, mientras más clarita y más de organillo mejor. Puso su muestrario en primera fila, y se colocó en la última silla de atrás. Las tres pollas, Barbarita II, Isabel y Andrea, estaban muy gozosas, sintiéndose flechadas por mozalbetes del paraíso y de palcos por asiento. También de butacas venía algún anteojazo bueno. Doña Bárbara no estaba.

Es cierto que no faltaban mozalbetes en el lugar, empezando por el barberillo, que persistía en suspirar por María; pero todos estaban lejos de poder competir con Stein. Por este tranquilo estado de cosas habían pasado tres veranos y tres inviernos, como tres noches y tres días, cuando acaeció lo que vamos a referir.

Sobre todo, al hacerse viejo, no sólo experimentó la frialdad de sus antiguos amigos, de aquellos que le habían dado pruebas inequívocas de cariño, sino, lo que es aún más triste, encontrose, sin pensarlo, sirviendo de blanco a las chufletas e invectivas de los mozalbetes de la nueva generación. Fue el hazmerreír de estos procaces jóvenes.

Aquí no pudieron contener los mozalbetes su entusiasmo, y fue tal la algazara y el jaleo de pies y manos, que los transeúntes se detenían en la calle sorprendidos por el estentóreo ruido. Vaya, señores, que no leo más dijo Gallardo guardando sus papeles con orgullo . Esto va a perder la novedad cuando se publique. Bartolo, echa el <i>Obispo</i>. Bartolo, léenos el <i>Papa</i>.

Era el momento conveniente, porque gran número de alemanes, casi todos estudiantes de filosofía, de derecho y de medicina, con las caras llenas de cicatrices a consecuencia de los duelos tenidos en las cervecerías de Munich, de Jena y de otras partes, y que luchaban contra nosotros en virtud de la promesa que se les había hecho de concederles ciertas libertades después de la caída de Napoleón; todos aquellos mozalbetes intrépidos trepaban asiéndose de pies y manos del hielo y trataban de saltar a las trincheras.

Un grupo de mozalbetes hizo montar á la vieja sobre uno de estos cañones, como si fuese un carro triunfal, arrastrando la pieza de artillería por las calles inmediatas. Ella, con los blancos cabellos en desorden, elevaba los brazos cantando la Marsellesa. La muchedumbre la saludaba con aplausos. Nadie sabía quién era, pero su paso iba despertando la veneración instintiva que infunde la ancianidad.

Tan tranquilo, como siempre, entró con la cabeza muy levantada y sonriendo; cuatro mozalbetes le sisearon en la puerta, y hay quien asegura que uno le gritó: ¡Fuera! Pero él no se dió por aludido; la exasperación general era contra Schlingen y la primera víctima de éste, él, don Bernardino. Se mezcló a los grupos bulliciosos, dejando oír su palabra de hombre grave e influyente.

Y vosotros, mozalbetes, cuidado con tocar esos espadines que lleváis ú os hago tragar un palmo de hierro en menos que canta un gallo. ¡Dios sea loado! exclamó en aquel momento Roger, viendo venir hacia ellos un casco enorme sobre roja melena, que descollaba entre la multitud. ¡Á , Tristán! Y también Simón. ¡Á , compañeros, ayudadme á proteger á una mujer y un anciano!

¡Malditos! exclamó Aviraneta, en ocasión que subían tres cuatro mozalbetes metiendo más ruido que los monaguillos en día de repicar recio . Esos son los que todo lo echan a perder con sus inocentadas.

Palabra del Dia

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