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Actualizado: 26 de junio de 2025
Aquí no pudieron contener los mozalbetes su entusiasmo, y fue tal la algazara y el jaleo de pies y manos, que los transeúntes se detenían en la calle sorprendidos por el estentóreo ruido. Vaya, señores, que no leo más dijo Gallardo guardando sus papeles con orgullo . Esto va a perder la novedad cuando se publique. Bartolo, echa el <i>Obispo</i>. Bartolo, léenos el <i>Papa</i>.
Cuando el padre, comandante de los voluntarios republicanos, dijo adiós al hijo confiándole la bandera, en unos versos que terminan así: Lleva la palma en la mano Mientras la patria en ofrenda Te da este sudario en prenda... y corriendo hacia la concha del apuntador y mudando la voz llorona en un vocejón estentóreo, gritó cerrando de puños: ¡Viva el pueblo soberano!
La tropa avanzó en buen orden hasta la orilla del bosque, con Piercy de Soldatenthal a la cabeza. Casi al mismo tiempo se oyó el ¿verdá? de un centinela; luego dos tiros, un grito estentóreo de «¡Viva Francia!» y el ruido sordo de una multitud de pasos que se precipitaban al mismo tiempo; los valientes montañeses cayeron sobre el enemigo como una manada de lobos.
El andaluz, impresionable, susceptible y graciosamente hiperbólico, discute sin ceremonia; el mesurado castellano ostenta su aticismo y buen sentido en mil epígramas y comentarios burlescos; el severo y estentóreo catalan toma las cosas de serio, como si estuviese en el Parlamento ó en la Bolsa.
La vasta nave y sus haces de columnas delicadísimas, que remataban en palmeras, entretejiéndose para formar la bóveda; las ventanas rasgadas en toda la extensión del pavimento y cubiertas con el diáfano muro de cristales de colores; la multitud de figuras representativas; la fauna, la flora; la riqueza de los altares, las luces, los resplandecientes trajes de los sacerdotes; el incienso, formando azuladas nubes; el son del órgano, á veces suave y apagado como la respiración de un niño que duerme, después fuerte y estentóreo como el resoplido de un gigante colérico; el coro grave, y los rezos quejumbrosos, todo esto impresionó de tal modo á nuestra viajera, que estuvo un buen rato pegada á la bóveda, sin, atreverse á descender, sobrecogida de admiración, piedad y respeto.
Palabra del Dia
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