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Era la otra carta, larga también, para el tío Frasquito, escrita con grandes visos de misterio, asegurándole haber conjurado el peligro a fuerza de astucia y de dinero, y prometiéndole la completa extirpación del misterioso «¡Mentecatoen cuanto llegara él a Madrid y pudiera comunicar a las logias las órdenes que de Italia llevaba.

Entonces, por curiosidad, por diversión, por aburrimiento, por encontrar en las tenebrosidades del misterio algo desconocido que se resolviese en placer y en dinero, se hizo hombre político. Garibaldi le inició en las logias de Milán, y Prim le introdujo en Inglaterra, en el complot que grandes traidores urdían contra el trono de España...

El embajador no pudo verlo; había salido aquella noche de Constantinopla con tan grande urgencia, que sólo llevaba por equipaje una pequeña maleta de mano... Y con esta pequeña maleta de mano hemos visto a Jacobo llegar al Grand Hôtel, después de merodear dos meses por las logias más tenebrosas y los garitos más elegantes de Italia.

Aquella misma noche, sin despedirse de nadie, sin dar a persona alguna razón de su marcha, ni dejar sospechar siquiera el fin de su viaje, saldría para Italia, avistaríase en Caprera con Garibaldi, que le había iniciado en otro tiempo en las logias de Milán, y ante él trataría de justificar el secuestro de aquellos documentos, inventando un embuste, una historia, un enredo cualquiera, que viniese a sacarle de una vez de aquella situación falsa y angustiosa.

Para derramar más luz sobre este punto por medio de analogías, sacadas del dominio de las artes del diseño, recordaremos que Miguel Angel, en su Juicio final, no sólo tomó aislados motivos artísticos, sino figuras enteras del gran cuadro de Lucas Signorelli de Orvieto; sábese también que las dos primeras figuras de padres de Rafael, en las logias, están copiadas del célebre fresco de Masaccio, como el San Pablo, de los tapices, es también del mismo antiguo pintor florentino, y que á otros muchos, y sus predecesores y coetáneos, ha imitado aquel pintor, el primero de todos, y esto de obras en general muy conocidas; de manera que no podían hacerse la ilusión de que había de pasar desapercibido.

Hay quien es un gran comadrón y un grandísimo ignorante en obstetricia y tocología, y toda clase de logías... divinas y humanas.

La revolucion verificada en las ideas y en las costumbres era demasiado exigente: querian palacios abiertos con elegantes y ligeras columnatas jónicas, con espaciosas escalinatas y anchos pórticos los que habian hasta entonces vivido en alcázares, castillos y calahorras, cercados de fosos y fuertes muros, entre macizas paredes con angostísimas lumbreras; apetecian elevadas cornisas y bruñidos subasamentos, y cimbras romanas en los vanos, y pilastras estriadas en los muros, y frisos ornados de bajo-relieves mitológicos, y galerías con estátuas, y logias pintadas al fresco, y terrazas con balaustradas, y zócalos con grecas y molduras, y toda la riqueza en suma de los cinco órdenes del antiguo, los que en las torres y borges de sus mayores solo habian paseado parapetos y adarves, y asomado la vista por merlones, troneras y matacanes, y entretenido la curiosidad en las largas horas del ocio feudal con las alfardas y almizates de los artesonados de madera, ó con los alizares de las paredes.

Azorado, Jacobo dio un paso atrás conteniendo casi el aliento, y lanzando una mirada rápida a la cómoda que guardaba los papeles, sacó del bolsillo del pantalón un revólver de seis tiros... El vecino le espiaba, y en su acalorada fantasía vio ya el masón traidor los puñales de todas las logias de Italia dispuestos a reclamarle el precioso depósito.

No había duda: era el más viejo un italiano llamado Cassanello, que había conocido él en las logias de Milán y vuelto a ver aquel mismo año en Caprera, en casa de Garibaldi.

Estallaron con estas causas graves disidencias en el seno mismo de las logias, que vinieron a dar por resultado el asesinato del general Prim, mientras la comisión encargada de ofrecer oficialmente la corona de España al duque de Aosta volvía de Florencia.