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Y sin embargo, días andando, me salió con la misma copla nada menos que el docto y experimentado señor de la torre de Provedaño. ¿Se equivocarían todos ellos, rústicos y civilizados, al coincidir tan exactamente como coincidían en una misma idea? ¿Trataría yo de curarme en sana salud, sin darme cuenta de ello, cuando me consideraba en lo cierto creyendo todo lo contrario de lo que ellos creían?

Con frecuencia también, uno era el huésped del otro; y para el joven ministro había una especie de fascinación en la sociedad del hombre de ciencia, en quien reconocía un desenvolvimiento intelectual de un alcance y profundidad nada comunes, juntamente con una liberalidad y amplitud de ideas que en vano trataría de buscar en los miembros de su profesión.

Indudablemente era muy de agradecer el interés que aquel bondadoso apóstol de Cristo se tomaba por ella. Y todo sin regaños, sin manotadas, tratándola como un buen pastor trataría a la más querida de sus ovejas. A pesar de esta excelente disposición de su ánimo, la infeliz vacilaba un poco. De una parte le seducía la vida retirada, silenciosa y cristiana del claustro.

Y estando haciendo semejantes estremos y lamentaciones, entró un diablejo zurdo, mozo de retrete de Satanás, diciendo que Satanás su señor le besaba las manos ; que había sentido la bellaquería que había usado el Cojuelo; que él trataría de que se castigase, y que entre tanto se quedase él sirviéndole en su lugar.

De todo corazón deseaba, y con todas sus fuerzas iba a procurar conquistar la estimación y tranquilo afecto de las dos mujeres. Trataría de no ver demasiado la belleza de Zuzie y Bettina; trataría de no perderse, como lo hizo la víspera, en la contemplación de los cuatro piececitos colocados sobre los dos taburetes del jardín.

Y así fue verdad, porque al instante entró un muchacho con una canasta de colar cubierta con una sábana. Alegráronse todos con la entrada de Silbato, y al momento mandó sacar Monipodio una de las esteras de enea que estaban en el aposento, y tenderla en medio del patio. Y ordenó asimismo que todos se sentasen a la redonda; porque en cortando la cólera, se trataría de lo que más conviniese.

Si Velázquez hubiera pretendido fijar su residencia en Italia, es verosímil que Ribera, dado el genio levantisco y el carácter dominador que le atribuyen sus biógrafos, no le mirase con buenos ojos: mas como había de saber que estaba de paso, no es absurda la suposición hecha por varios críticos de que trataría afablemente al sevillano.

«Supongo añadió que andaremos en coche y a caballo, que tendremos buena mesa y palco en el Real». Echose a reír Juan Bou y dijo que no pensaba correrse mucho, ni hacer el oso, ni ponerse en ridículo como un indianete sin seso; que tan sólo obsequiaría a cuatro amigos, y que sin abandonar su taller, trataría de ver qué sabor tiene la sangre del pueblo.

Ya se sabía que Antonio Cuadros se había lanzado en plena Bolsa, y aunque con timidez, hacía sus operaciones; pero cuando tuviera muchos miles de duros, ¡muchos! entonces podía volver Andresito... y veríamos. Decididamente, no quería pedir préstamos a una gente inferior, que la trataría con desdeñosa confianza al conocer sus apuros.

Determinado ya el Emperador de recibir á Berenguer de Entenza, le envió á llamar muchas veces, que se decia estaba en Galípoli, y para asegurarle le envió sus patentes con sellos pendientes de oro, en que le prometia con juramento, que queriéndose quedar le trataria con buena voluntad, y ánimo amigable, y que cuando se quisiese ir no lo impediría.