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Se ven las gentes con demasiada intimidad, y luego, cuando se encuentran, se saludan de lejos con la sonrisa de un buen recuerdo; pero se evitan a la vez, como si se hubiesen conocido en una aventura poco honorable. Un bramido monstruoso sobresaltó a muchas señoras en sus asientos. Era el silbato del buque, que daba la señal del mediodía.

Hugo comprendió inmediatamente con quién tenía que habérselas. Soltó el brazo de la doncella y miró á uno y otro lado buscando un arma cualquiera, un palo ó una piedra; y no hallándolos, se lanzó á la carrera en dirección de la casa, á la vez que aplicaba un silbato á sus labios y lanzaba prolongado y penetrante silbido. ¡Huid, por Dios! exclamó la joven. ¡Ponéos en salvo antes que vuelva!

Todavía en las casas aristocráticas de los lugares suele haber uno como bufón o gracioso, que recuerda, si bien por lo rústico, al lacayo de nuestras antiguas comedias. Este gracioso posee mil habilidades; caza zorzales con silbato y percha, y jilgueros con liga o red, y pesca anguilas metiéndose en los charcos y arroyos, y cogiéndolas con la mano.

En este pueblo subieron al vagón muchos viajeros, y pude observar que los vecinos del lugar hacían preparativos para abandonar sus hogares. La población estaba alarmadísima. Pocos minutos después de salir de Songo, el silbato de la locomotora nos indicó que nos aproximábamos á una estación. Pregunté al conductor, y me respondió que íbamos á llegar á La Maya.

Y así fue verdad, porque al instante entró un muchacho con una canasta de colar cubierta con una sábana. Alegráronse todos con la entrada de Silbato, y al momento mandó sacar Monipodio una de las esteras de enea que estaban en el aposento, y tenderla en medio del patio. Y ordenó asimismo que todos se sentasen a la redonda; porque en cortando la cólera, se trataría de lo que más conviniese.

Después... he de realizar mi programa, sin suprimir un solo número. Se oyó el silbato de la locomotora, y el tren pasó, haciendo retemblar el suelo; algunas brasas encendidas cayeron a los pies del filósofo. ¡Ajo! exclamó dando un puntapié a los tizones, ¡que vais a quemar mi palacio! ¡siempre ocurre lo mismo con estos condenados maquinistas!

No se oía más que el ruido agudo del silbato de Zeli, que, inclinado sobre la borda hacía amarrar el áncora, indicando la maniobra por modulaciones diferentes. ¿Hay que desaferrar el áncora de estribor? preguntó al segundo, que transmitió esta pregunta a Kernok. Espera dijo éste , y haz subir a todo el mundo al puente.

Créese que influyó mucho en la feliz terminación de la lucha y en el más pronto despejo de la plaza, el haberse oído de repente el silbato de El Atlante, anunciando su entrada en el puerto; suceso que arrastró al muelle a la mayor parte de los espectadores de la refriega, y aun a algunos de los combatientes que estaban desocupados en el instante de oírse las pitadas del vapor.

Un toque de silbato particular, repetido por el contramaestre, hizo aparecer como por encanto a los cincuenta y dos hombres y a los cinco marmitones que componían la tripulación de El Gavilán, y que se colocaron en dos filas, con la cabeza alta, la mirada fija y las manos colgando. Aquellas buenas gentes no tenían el aire cándido y puro de un joven seminarista, ¡oh no!

Llegados a un bosquecillo no muy distante de la fortaleza, dispuse que nuestros tres acompañantes se quedasen allí con los caballos. Sarto tenía un silbato con el cual podía llamarlos en mi auxilio; pero hasta aquel momento nadie nos había visto ni aparecía señal de peligro. Yo tenía la esperanza de que Miguel siguiera desprevenido, creyéndome postrado todavía en el lecho.