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Meditaba sobre la locución popular: «Ojos que no ven, corazón que no siente». Pensaba en embarcarse para las islas Jónicas, en caer como una bomba en la casa de su amante y en apoderarse de él en una lucha heroica. Le bastaría un cuarto de hora para reanimar el fuego mal extinguido y para reanudar una costumbre que no estaba más que interrumpida.

Y a fe que se aprovechó de ello; se recreó en su dicha y adquirió algunas fuerzas para las pruebas por que aun tenía que pasar. El clima de las islas Jónicas es de una dulzura y una regularidad sin igual. Allí el invierno no es otra cosa que la transición del otoño a la primavera; los veranos son de una serenidad fatigosa.

Las islas Jónicas son el faubourg Saint-Germain de Oriente; allí encontraréis las grandes virtudes y las pequeñas extravagancias de la nobleza, orgullo, dignidad, pobreza decente y laboriosa, y una cierta elegancia en la vida más humilde. Al propietario de la villa, el señor conde Dandolo, no le hubieran podido reprochar nada sus antepasados los dux.

Tiene cuatro altares laterales con lienzos; tiene uno central con cuatro columnas jónicas; tiene una imagen; tiene ramos enhiestos; tiene velas blancas; tiene velas verdes. En la sacristía cuelga un diminuto espejo con marco de talladas hojas de roble, y un aguamanil blanco rameado de azul pone en la pared su nota gaya.

Las del centro, entre las cuales se ven algunos recuadros resaltados, sostienen el segundo cuerpo, formado por dos columnas jónicas, tambien estriadas, con su correspondiente cornisamento y fronton triangular, sirviendo de templete á una estátua del tamaño natural de S. Pedro sentado en actitud de bendecir.

Mi país no tiene ambición; ya la tendría yo por él. Yo le daría las islas Jónicas, Malta, las Indias, la China y el Japón; y no sufriría que se hablase de monarquía universal. El señor de Bretignières dijo Germana se parece al preceptor aquel de quien uno de los alumnos robó un higo. Le hizo un sermón sobre la glotonería y se comió el higo en el calor de la improvisación.

Del mismo estilo que esta fachada es la entrada principal al trascoro, que está enfrente, con un grande arco central de diez y seis piés de luz flanqueado de hermosas pilastras dóricas, las cuales sostienen un cornisamento del mismo órden, con un ático que sirve de base á un segundo cuerpo de arcos adintelados y columnas jónicas estriadas, rematando el conjunto en un tercer cuerpo de arcos y pilastras pareadas.

El 16 de septiembre lo condujo al hotel de la implacable Honorina y le probó, preguntándolo al conserje, que había partido con le Tas para las islas Jónicas. El duque pareció emocionarse menos de lo que se hubiera creído.

Los médicos de Londres y de París me habían firmado mi pasaporte y yo buscaba también un sitio para morir. Lo elegí en las islas Jónicas, en la parte meridional de Corfú. Me instalé allí esperando mi hora y me encontré bien, tan bien, que la hora pasó. El médico tomó la palabra con la desenvoltura que reina en las mesas redondas de Italia: ¿Usted ha estado tísico, señor?

Es inútil que disimules le decía ; irás a su casa y yo te seguiré. En las islas Jónicas la gente se acuesta temprano. A media noche todos dormían en la casa, menos el duque y Mantoux. El ex presidiario descendió a paso de lobo la escalerilla que conducía a su habitación. Al atravesar el jardín del norte creyó ver deslizarse una sombra entre los olivos.