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Sería injusto comunicarle una impresión poco favorable, cuando a misma me ha parecido bastante precipitada y superficial para no querer atenerme a ella. Insistí yo, secretamente picado y deseoso de saber qué podía reprochar a mi amada Luciana, pero se negó obstinadamente a responder. No, no; estaría muy mal. No insista usted, porque perderá el tiempo.

Acudir á los tribunales es imposible, porque el negocio no lo consiente; reprochar al pérfido la negrura de su accion es desahogo estéril; con tomar una venganza nada se remedia y se aumentan los males del vengador. No hay mas que resignarse.

Por esta razón Zeli no tuvo el valor de reprochar a su capitán una ausencia tan prolongada y se acercó a él con un aire de interés respetuoso. Kernok abarcó el brick con una mirada rápida y vio que todo estaba en orden. Contramaestre dijo con una voz imperiosa y dura , ¿a qué hora es la marcha? A las dos y cuarto, capitán. Si la brisa no cesa, aparejaremos a las dos y media.

Es lo que yo pensaba. Me ha satisfecho, sin embargo, oírselo repetir a una mujer que ha tenido ciertamente algo de ese género que reprochar a su marido. Aunque se suponga lo contrario, la experiencia de los demás nos aprovecha siempre un poco. Con la de Ribert he reanudado mis averiguaciones relativas a las solteronas.

Casi se sentía inclinado a reprochar el leal comportamiento de Fabrice ante cuya lealtad veíase obligado a inclinarse, cuando él se hubiera creído dichoso en poderle arrojar al rostro cualquier sangriento ultraje. Era, pues, ¡ay!, con sentimientos vecinos al odio que se alejaba del amigo de su juventud.

Mientras la cumplimentaba, Huberto, habiendo examinado a su novia con ojo escrutador, añadió en el mismo tono que habría empleado para reprochar una incalificable falta de corrección: ¿Por qué se ha puesto usted este vestido tan sombrío? Su toilette está algo fuera de lugar aquí, en una noche de estreno.

En justicia, ¿se le podía reprochar que hiciese partícipes a todos de la exuberancia de su bolsillo y de su corazón? Ninguna mujer compadecía a la duquesa, que, en efecto, no era digna de compasión. El duque evitaba cuidadosamente comprometerse, no se exhibía en público más que con su esposa, y antes hubiera preferido faltar a una partida que enviarla sola al baile.

¡Usted! exclamó Amaury al ver al doctor, pues no era otro el que había pronunciado las anteriores palabras, después de haber asistido a la escena antes descrita, oculto tras de la puerta. No trataba de reprochar su conducta a Magdalena; era sólo una pregunta que a mismo me dirigía, temiendo haber sido causa de su enfado. Tranquilízate, Amaury; ni ni Antoñita tienen culpa de nada.

Eso no tiene importancia, puesto que lo he borrado. Quisiera saber qué tiene usted que reprochar a esa amable persona. Elena me miró con fijeza. ¿Le interesa a usted mucho esa amable persona? Lo que me interesa, Elena, es la manera que usted tiene de juzgar las personas... Me gustaría penetrar en su alma, tan secreta y prudente, y aprovecho para ello todas las ocasiones que se presentan...

¡No, hasta es hermoso a su modo; no se le podrá reprochar que sea enclenque, por ejemplo! y a quien le guste las espaldas anchas y el busto poderoso... ha de agradarle. Solamente que es un hombre serio, severo y en sociedad no es amable, se lo prevengo. ¿Por qué dices eso? exclamó María Teresa, dirigiéndose a su prima con cierta vehemencia.