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Pues bien podía usted sacarnos del apuro inventando un cañón que destruyera de un disparo la escuadra inglesa. ¡Oh! contestó Malespina . En eso estoy pensando, y creo que podré realizar mi pensamiento.

Varias máquinas de las que estaban inventando o perfeccionando se le habían sublevado, erizándose de inesperadas dificultades de mecánica racional.

Habrá escultores que harán las estatuas de los obreros célebres, de los padres de la patria, y se les pagará con comestibles, mano de obra... Parece que eres tonto... Ahora, si quieres ser célebre inventando la dirección de los globos, o cosa así, entonces nada te digo. Por ahí, por ahí... Pero no envidies a los personajes del día, a esas sanguijuelas del pueblo.

; la república se pierde agregó con brusquedad Bracamonte, comunicando a su voz una resonancia imprudente. ¿Y, por ventura, debemos asombrarnos, cuando España, regida ayer por sus más claros varones, es hoy la presa de ávidos pecheros, que, no sólo buscan por todo medio acrecentar la propia hacienda, aunque perezca la pública, sino que pretenden, a más, empobrecer y destruir a la más antigua nobleza del reino, no dejándola, como sabemos, regentar los negocios, e inventando contra ella, cada día, nuevos pechos y humillaciones?

Por otra parte se veian tambien hostigados de los curas, no menos crueles que los corregidores para la cobranza de sus obvenciones que aumentaban á lo infinito, inventando nuevas fiestas de santos y costosos guiones con que hacian crecer excesivamente la ganancia temporal: pues si el indio no satisfacia los derechos que adeudaba, se le prendia cuando asistia á la doctrina y á la explicacion del evangelio, y llegaba á tanto la iniquidad, que se le embargaban sus propios hijos, reteniéndolos hasta que se verificaba la entera satisfaccion de la deuda, que regularmente se la habia hecho contraer por fuerza el mismo párroco.

Contesté del mejor modo posible a todas las preguntas, diciendo acerca de mi amigo los detalles que conocía, inventando descaradamente los que ignoraba, y guardándome, sobre todo, de confesar que jamás había reparado en si cerraban bien sus ventanas, o de qué color era el papel de su cuarto. ¡El papel de su cuarto! Es azul, señora, azul pálido con guirnaldas.

Ha habido muchos que, por no haber sabido templar ni mezclar a propósito lo útil con lo dulce, han dado con todo su molesto trabajo en tierra, pues no pudiendo imitar a Diógenes en lo filósofo y docto, atrevida, por no decir licenciosa y desalumbradamente, le pretenden imitar en lo cínico, entregándose a maldicientes, inventando casos que no pasaron, para hacer capaz al vicio que tocan de su áspera reprehensión, y por ventura descubren caminos para seguirle, hasta entonces ignorados, con que vienen a quedar, si no reprehensores, a lo menos maestros dél.

Ciertamente, parece que nos ennoblecemos trasladándonos de este mundo al otro, de la realidad en que somos tan malos a la ficción en que valemos más que aquí, y véase por qué, cuando un cristiano el hábito de pasar fácilmente a mejor vida, inventando personas y tejiendo sucesos a imagen de los de por acá, le cuesta no poco trabajo volver a este mundo.

Este personaje es el hombre de la máscara de hierro, llamado y conocido así, acerca del cual no pudo la historia averiguar nada, mientras que la poesía popular se contentó con divertir al vulgo, inventando cuentos y consejas. El hombre de la máscara de hierro es un arcano añadido á los tantos misterios de que fué teatro aquel monumento misterioso.

Todo es por tanto pillo como hay en la política pulpitante, y el aquel de las suscriciones para las vítimas. Yo que Dios, mandaría a los ángeles que reventaran a todos esos que en los papeles andan siempre inventando vítimas, al cuento de jorobarnos a los pobres de tanda.