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Algo de siniestramente sobrehumano parecía traslucirse entonces en el gracioso rostro de Tiburcio, casi sin bozo, como de gentil adolescente. Acalorada la imaginación de Morsamor, creyó ver que la espada que Tiburcio llevaba en la diestra no era inerte acero, sino serpiente viva que se hundía en el pecho de los contrarios y mordía y destrozaba los corazones.

Pero las dotes de Godofredo eran interiores y por lo mismo más sólidas. No sólo poseía alma pura y virginal y un cuerpo inmaculado, sino que su inteligencia, acalorada por el entusiasmo místico, producía hermosas obras, frescas y brillantes como las rosas de Mayo.

Azorado, Jacobo dio un paso atrás conteniendo casi el aliento, y lanzando una mirada rápida a la cómoda que guardaba los papeles, sacó del bolsillo del pantalón un revólver de seis tiros... El vecino le espiaba, y en su acalorada fantasía vio ya el masón traidor los puñales de todas las logias de Italia dispuestos a reclamarle el precioso depósito.

Luego de cerrar la puerta y tapar con el paño de manos el ojo de la cerradura, se quitó las horquillas, lavose a chapuz la cara porque estaba muy acalorada, y se acostó. Ambos soñaron disparatadamente, porque como durante el sueño trabaja el espíritu abandonado a propio, no crea sino desatinos y extravagancias.

Los fisiólogos saben mejor que nadie, según dicen, que el sueño y el ayuno, prolongados, sobre todo, predisponen la imaginación débil y acalorada del hombre a las visiones nocturnas y aéreas que vienen a tomar en nuestra irritable fantasía formas corpóreas cuando están nuestros párpados aletargados por Morfeo.

El hermano de Caracas había sido hasta su muerte uno de los hombres más trapisondistas del pueblo; algunos aseguraban que había dejado más de media docena de viudas en diferentes puntos de España y de América, y una porción de herencias fabulosas en su testamento, herencias que no existían mas que en su acalorada imaginación.

La vi agitar los brazos en medio de ellas narrando, al parecer, el suceso con vehemencia, y observé que algunas lágrimas se desprendían de sus ojos, sin que por eso perdiesen la expresión dura y sombría. Asunción permaneció sentada, con la cabeza baja y ocultando el rostro entre las manos. En el grupo de Lolita hubo acalorada deliberación.

En eso opino como la señora, dijo su vecina, ¿para qué darles zapatos si han nacido sin ellos? ¿Y para qué camisa? ¿Y para qué pantalones? ¡Figúrese usted lo que ganariamos con un ejército en cueros! concluyó el que defendía á los soldados. En otro grupo la discusion era más acalorada. Ben Zayb hablaba y peroraba, el P. Camorra como siempre le interrumpía á cada instante.

Trajéronlo todo molido y quebrantado a Cádiz, donde decía que por haber perdido una herradura su caballo no se ganó la batalla, pues cuando el maldito jaco tropezó, ya empezaban a huir cual bandadas de conejos los batallones franceses; y fija esta idea en su acalorada mente, no cesaba de repetir: «¡Si no me hubiese faltado la herradura!...».

Los cafres Makololos tampoco las tienen muy claras, ni los Papouas de la costa Maclay en Nueva Guinea, ni los Esquimales de la bahía de Baffin... Entablose una acalorada disputa filosófico-religiosa con los caracteres esenciales que ofrecen tales discusiones en los lugares cerrados dedicados a expender licores y refrescos.