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Cuando, después de las siete, terminó el concierto, las terrazas se despoblaron. Unicamente siguieron en los bancos algunas parejas, que retardaban el instante de la separación conversando quedamente en el silencio azul del crepúsculo. El príncipe pudo marchar de un extremo á otro del paseo más bajo, sin tener que sufrir el contacto de la muchedumbre.

A lo lejos se levanta la torre del Templo del Cielo, semejante a tres quitasoles sobrepuestos; después la gran columna de los Principios, hierática y seca como el genio de la raza, y delante blanquean en una media tinta sobrenatural, las terrazas de jaspe del Santuario de la Purificación.

Ya se orillan espléndidas terrazas cubiertas de jardines, desde las cuales se tiene un golpe de vista encantador; ya se vaga bajo las espesas alamedas, en un terreno desigual y exuberante de vegetacion, pasando al lado de formidables murallones invadidos por el bosque, de fuentes arruinadas y escombros destrozados, que yacen en la espesura de los tilos, las encinas, etc., como restos de un inmenso cadáver de mármol y piedra.

Así logró tener su hotelito en Auteuil. ¡Y pensar que Monticelli vendía sus cuadros a diez francos cada uno en las terrazas de los cafés de Marsella...! ¡Qué lástima...! LORENZA. ¡...! ¡Da grima...! Sin embargo, yo tengo la intención de imponerme como artista. Y la señorita Cassatt, que era rica, trabajó como si fuera pobre. ¡Pongamos mano a la obra...! LORENZA. ¡!

En el lado opuesto estaba el anexo, un jardín cortado por terrazas que descendían hasta el mar, y en dichas terrazas había mesas al aire libre ó casitas de techos bajos con las paredes cubiertas de enredadera. Estas construcciones tenían ventanas discretas, abiertas sobre el golfo á gran altura, que no permitían ninguna curiosidad exterior.

Es sobre esa larga faja que demoran casi todos los centros de poblacion mas importantes, cuyos campanarios, casas y terrazas se miran en el límpido y azul espejo del Leman.

Todo hombre lleva dentro un soldado... Cuando intenta levantarse para dar un paseo por las terrazas, ve venir hacia el café á un señor que le saluda con violentos manoteos y á continuación se asegura los lentes sobre la nariz. El príncipe tarda en reconocerle; adivina quién es por el timbre de su voz más que por su rostro... ¡El amigo Novoa!

Esta vez les faltaba la camilla. Los curiosos se apartaron para abrir paso á una extraordinaria novedad. Un carruaje de alquiler iba avanzando por las terrazas, lugar vedado á los vehículos. Lubimoff vió cómo se elevaba la duquesa repentinamente sobre las cabezas del gentío. Acababa de subir al carruaje y se mantuvo de pie en él, con la mirada perdida y un rostro inexpresivo de sonámbula.

Un ómnibus nos condujo inmediatamente á esa ciudad, por un amplio camino, que en realidad es una inmensa calle orillada por quintas suntuosas y terrazas, parques de espeso follaje y jardines cargados de perfumes. La ciudad, cortada en el fondo por dos arroyos que se juntan en profundas ramblas, demora sobre tres colinas y sus faldas interiores y estrechos vallecitos intermedios.

Entre la sepultura y el borde del barranco quedaba una meseta, desde la que se disfrutaba la visión de un panorama magnífico, y un millonario de París se atrevía á construir una casa de estilo «artista», con jardines en terrazas escalonadas, creyendo empresa fácil conseguir el traslado del general al cementerio y la demolición de su capilla-tumba.