United States or Belarus ? Vote for the TOP Country of the Week !


¡Qué desastre, si no hubiéramos tenido la precaución de llevarnos las municiones! dijo Van-Horn. Por fortuna nos quedan aún setecientos u ochocientos cartuchos, y teniendo armas no se muere uno de hambre en este país. Y sin chalupa, ¿cómo podremos volver nunca a nuestra isla? dijo Hans. ¿Y dónde nos encontramos ahora, Capitán? dijo Horn. ¿Qué nos importa estar en un punto o en otro?

18 Porque también el Cristo padeció una vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;

Sois demasiado buena señora; ¡pero habría deseado tanto poder quedarme aquí! dijo, mirando al cura que volvió la cara a otro lado. ¿Por qué partís? continuó. ¿Por qué queréis llevarnos a Pablo y a ? Porque sólo en París podréis terminar seria y útilmente vuestros estudios. Pablo se preparará para los exámenes de Saint-Cyr, pues quiere ser soldado. Y yo también, señora, quiero serlo.

Solamente arreglé mi conducta mirando a procurar un apartamiento continuo, suave, que podía, acaso, llevarnos a establecer entre nosotros acuerdos más tibios y pacificarlo todo sin demasiado sacrificio.

ESCIPIÓN. ¡De ningún modo! ¡Qué pesadez, Dios mío! ¡Marchaos y no temáis nada! CLEOPATRA. Muy bien; ¿pero nos llevaréis en brazos? ESCIPIÓN. ¿Cómo? CLEOPATRA. ¿No comprendéis? Pues es muy sencillo: ya que nos habéis traído aquí, debéis ahora llevarnos junto a nuestros maridos. La distancia es muy larga, y no podemos ir a pie.

«Ah, señor cura, ¡tiemblo con sólo pensarlo! ¿No es cierto que es terrible no abrigar la menor ilusión a los diez y seis años? «Hasta la vista, mi viejo cura». Dos días después de haber expedido esta epístola, que debía dar al cura la más triste idea del estado de mi alma, decidió mi tío llevarnos a paseo al monte San Miguel. Ese día había algo nefasto en el ambiente; lo presentí.

Cuatro contrabandistas llegaron en tal momento diciendo que el miserable Yégof podía fácilmente volver con otra cuadrilla de bandidos de su jaez. Es verdad contestó Divès . Vamos a regresar al Falkenstein, puesto que así lo ha ordenado Juan Claudio; pero no podemos llevarnos el furgón, pues nos impediría ir por el atajo, y dentro de una hora esos bandidos caerían sobre nuestras espaldas.

En esto ve Cirilo un carro de bueyes que había venido a traer madera. «¡Eh, buen hombre! ¿Quiere usted llevarnos al Sotillo?» «Por allí tengo que pasar; amóntense ustedes.» ¡En un carro de bueyes! exclamó Elena. Tristán se excusó de no haberles visto aunque había venido en el mismo tren.

Aquí no podemos llevarnos las manos á la cabeza, aquí no se puede decir el Padre nuestro, aquí no se puede ni rezar, sin tener que hacer frente al dichoso franco. Odio esta palabra, ¡Qué sujeto tan descortés! ¡Qué persona tan atribulada y tan agresiva!

Hasta aquí se arregla para llevarnos las cosas, ya que no hay cuartos. Son transacciones lícitas, negocios de buena ley. ¿Quién vos tiene la culpa de ser perros y gandules? Varias voces: Engaños. A llevóme una camisa. A unos brodequines. A los pañuelos. Y pecunia también la esconde, señor franchute. Tiene gato. Tiene gato encerrado. Yo bien donde se acobija.