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Cuatro contrabandistas llegaron en tal momento diciendo que el miserable Yégof podía fácilmente volver con otra cuadrilla de bandidos de su jaez. Es verdad contestó Divès . Vamos a regresar al Falkenstein, puesto que así lo ha ordenado Juan Claudio; pero no podemos llevarnos el furgón, pues nos impediría ir por el atajo, y dentro de una hora esos bandidos caerían sobre nuestras espaldas.

Había, según éste, tolerado que cortejase a su hermana un amigo de mal jaez, fue causa de que la madre tuviera que abandonar la casa, llegando a tal extremo de perversión que estaba a punto, si ya no lo había hecho, de llevar a su propio padre a vivir con su querida, para que lo malgastado en mantenerla a ella apareciese como pago de la existencia del enfermo.

No por qué el cuerpo de aquel desgraciado fue el único que les movió a perder con tal descaro el respeto a la muerte, y decían: «Ya las ha pagado todas juntas...; no volverá a hacer de las suyas», y otras groserías del mismo jaez.

Saltaron en tierra, y subieron á lo alto de los cerros á reconocer la tierra que es toda seca y quebrada, llena de lomas y peñasquerias de piedra del cal, sin arboleda alguna: solamente hay en los valles leña para quemar de espinos, sabinas y otros arbolitos muy pequeños, y de este jaez es toda la costa ó banda septentrional de este puerto.

El librero de la calle de la Industria pedía a Madrid algunas novelas de Paul de Kock por encargo de sus parroquianos, y el profesor de piano hacía análoga reclamación a los editores de música, de varias romanzas sentimentales con títulos apasionados como Vorrei morir, Tutto per te, Non posso vivere y otras de igual jaez, por empeño de sus discípulas.

Pero el que más se desesperaba era el barbero, cuya bacía, allí delante de sus ojos, se le había vuelto en yelmo de Mambrino, y cuya albarda pensaba sin duda alguna que se le había de volver en jaez rico de caballo; y los unos y los otros se reían de ver cómo andaba don Fernando tomando los votos de unos en otros, hablándolos al oído para que en secreto declarasen si era albarda o jaez aquella joya sobre quien tanto se había peleado.

Aquél tendimos, haciendo cuenta de ablandalle, lo cual era imposible, porque de lo duro mal se puede hacer blando. El diablo del enjalma maldita la cosa tenía dentro de , que puesto sobre el cañizo, todas las cañas se señalaban, y parescían a lo proprio entrecuesto de flaquísimo puerco. Y sobre aquel hambriento colchón un alfamar del mismo jaez, del cual el color yo no pude alcanzar.

Al menos estas frases las entendían los marineros; pero había otras, hijas de su propia inventiva filológica, de él sólo conocidas y en todo su valor apreciadas. ¿Quién podría comprender lo que significaban patigurbiar, chingurria y otros feroces nombres del mismo jaez? Yo creo, aunque no lo aseguro, que con el primero significaba dudar, y con el segundo tristeza.

Una vez se vió á Ester bordando un trajecito de niño de tierna edad, con tal profusión de oro, que casi habría dado origen á un motín, si en las calles de Boston se hubiera presentado un tierno infante con un vestido de tal jaez. En fin, las comadres de aquel tiempo creían, y el administrador de aduana Sr.

-No la tenga yo en el cielo -dijo el sobrebarbero- si todos vuestras mercedes no se engañan, y que así parezca mi ánima ante Dios como ella me parece a albarda, y no jaez; pero allá van leyes..., etcétera; y no digo más; y en verdad que no estoy borracho: que no me he desayunado, si de pecar no.