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Y no tienen la culpa desto los poetas que las componen, porque algunos hay dellos que conocen muy bien en lo que yerran, y saben estremadamente lo que deben hacer; pero, como las comedias se han hecho mercadería vendible, dicen, y dicen verdad, que los representantes no se las comprarían si no fuesen de aquel jaez; y así, el poeta procura acomodarse con lo que el representante que le ha de pagar su obra le pide.

Como era tan presumida y extravagante en su vestir, creí que doña Flora preparaba para su propio cuerpo aquellas vestimentas; pero luego conocí, viendo su gran número, que eran prendas de comparsa de teatro, cabalgata o cosa de este jaez.

Contábanse en desdoro de Pierrepont otras imprudentes excentricidades del mismo jaez que no hace al caso precisar aquí, y que sin herir por incurable manera el honor de aquél, levantaban en torno de su nombre, hasta entonces tan respetado, ciertos lamentables rumores de desestimación.

Otras muchas tonterías de este jaez cuenta Villalonga, las cuales no copio por no alargar este relato. Todos ellos, a excepción de Miquis que se murió en el 64 soñando con la gloria de Schiller, metieron infernal bulla en el célebre alboroto de la noche de San Daniel.

Las armas de la familia estaban bordadas, a uno y otro lado, con sedas multicolores, sobre el terciopelo turquí, y, en toda la tela, el aljófar perlaba como cuajado rocío los arabescos de plata y de oro. Ante aquel precioso jaez, el mayorazgo olvidó un momento a las personas que le rodeaban y pareciole verlo recubriendo su caballo valenzuela.

No en qué consiste, pero casi siempre que se comete una infamia de ese jaez sale a relucir la religión. Como que su defensa es el origen de la guerra. Y así, a trabucazos, se hace propaganda de mansedumbre y caridad. Ordenadas esas infamias por militares, no tendrían disculpa; ¡conque figúrate siendo clérigos los autores! Se miente mucho.

A esto dijo la Trifaldi que ningún jaez ni ningún género de adorno sufría sobre Clavileño; que lo que podía hacer era ponerse a mujeriegas, y que así no sentiría tanto la dureza.

En lo que toca a lo que dicen que ésta es bacía, y no yelmo, ya yo tengo respondido; pero, en lo de declarar si ésa es albarda o jaez, no me atrevo a dar sentencia difinitiva: sólo lo dejo al buen parecer de vuestras mercedes.

El duque dijo el general debería satisfacerse con cosas de otro jaez. General dijo el tertuliano, que había hablado antes , son flaquezas humanas. El duque es joven... ¡Ah! exclamó la condesa . No hay cosa más infame que sospechar o hacer que se sospeche el mal donde no existe.

-Todo lo creyera yo -respondió Sancho-, si también mi manteamiento fuera cosa dese jaez, mas no lo fue, sino real y verdaderamente; y vi yo que el ventero que aquí está hoy día tenía del un cabo de la manta, y me empujaba hacia el cielo con mucho donaire y brío, y con tanta risa como fuerza; y donde interviene conocerse las personas, tengo para , aunque simple y pecador, que no hay encantamento alguno, sino mucho molimiento y mucha mala ventura.