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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Y todo aquello que vieres que en este caso es digno de saberse, de preguntarse y satisfacerse, sin que añadas o mientas por darme gusto, ni menos te acortes por no quitármele. -Señor -respondió Sancho-, si va a decir la verdad, la carta no me la trasladó nadie, porque yo no llevé carta alguna.
Y como debió sentir el huelgo, a uso de buen podenco, por mejor satisfacerse de la verdad y con la gran agonía que llevaba, asiéndome con las manos, abríame la boca más de su derecho y desatentadamente metía la nariz, la cual él tenía luenga y afilada, y a aquella sazón, con el enojo, se había aumentado un palmo. Con el pico de la cual me llegó a la gulilla.
No podía el buen gobernador darles gusto, enviando misioneros de la provincia del Perú por estar estos empleados en cultivar las naciones de los Moxos, por lo cual ofreció á nuestros misioneros la copiosa mies de esta gentilidad, donde su fervor hallaría en qué satisfacerse á su gusto, y su celo campo donde acrecentar la gloria divina, que aquí no serían mayores los trabajos que el fruto, ni derramarían gota de sudor en esta tierra, que no fuese semilla de que cogiesen la conversión de muchas almas.
Con esta platica se fueron encendiendo los animos atizados de los amigos intimos de Rocafort de suerte, que llegaron á tomar las armas los Almugavares, y Turcos contra los que habian señalado en su prision, y con una furia y coraje increíble, lo iban buscando por sus alojamientos, y matando los que topaban, sin que hubiese soldado, ni caballero que se atreviese á resistirles; tanata fué la aficion y voluntad que la gente de guerra tuvo á Rocafort, que jamas la pudieron borrar sus maldades, y ruin correspondencia con los amigos ni en esta ocasion pudo sosegarse hasta vengarle, y satisfacerse muy á su gusto.
Podia el imperfecto paganismo, vanaglorioso con la virtud privada de Arístides y Caton, satisfacerse con que estos se abstuvieran de los infames juegos de Olimpia y de la diosa Flora; pero el cristianismo no se contenta con la tolerancia del pagano, ni con el olvido del levita, sino que exige la caridad solícita del samaritano .» No era otro en verdad el móvil que impulsaba á los mártires españoles, porque cuanto mas se acercaba el estado musulman á su pleno desenvolvimiento, mayor tenia que resultar el contraste entre las dos religiones tan opuestas en sus principios.
Además, con las nuevas fuerzas habían venido nuevos deseos de una voluptuosidad recóndita y retorcida, enfermiza, extraviada, que procuraba satisfacerse en seres inanimados, en contactos, olores y sabores que, lejos de todo bicho viviente, podían ofrecerle, como adecuado objeto, las sábanas de batista, la cama caliente, la pluma, el aire encerrado en fuelles de seda, el suelo mullido, las rendijas de las puertas herméticamente cerradas, el heno, las manzanas y cidrones metidos entre la ropa, el alcanfor y los cien olores de que sabía ya Celestina.
Dominado por esa idea fija, se hace económico y avaro, imponiéndose mil privaciones y atesorando franco sobre franco y escudo sobre escudo. El paisano sabe esperar la buena ocasion, disimulando su tesoro. Cuando llega el momento de una compra ventajosa se sirve de toda su diplomacia para reunir á su fanega de tierra otra contigua, y otra y otras, sin satisfacerse nunca.
El duque dijo el general debería satisfacerse con cosas de otro jaez. General dijo el tertuliano, que había hablado antes , son flaquezas humanas. El duque es joven... ¡Ah! exclamó la condesa . No hay cosa más infame que sospechar o hacer que se sospeche el mal donde no existe.
Las aspiraciones del hombre son infinitas y quisiera beber la eternidad de un trago. ¿Pero son todas ellas legítimas? ¿Todas deben realizarse? Mete la mano en tu seno y verás que muchos de tus deseos no podrían satisfacerse sino a expensas de la satisfacción de tus semejantes... ¡Y todos tenemos que vivir, qué diablo! Es que si tenemos que partir la felicidad con todos tocamos a muy poco.
Si el Gobernadorcillo es casado, una vez que se haya ocupado del frac, del rancho, del menaje de casa, y algunas veces del sombrero de copa, se acuerda de su munícipe mitad y muestra en mano acude en casa de los Catalanes, en donde se provee de diez varas ni una más, ni una menos, de glasé negro, y otras diez de un gró rabioso, cruzado de anchas franjas más rabiosas que el fondo á ser posible, posibilidad que por lo común no puede satisfacerse, por la sencilla razón de que la capitana en ciernes encarga que la saya sea grana.
Palabra del Dia
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