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Algo siniestro, espantoso, flotaba por encima de su resignación, sin que él mismo se atreviese a definirlo. ¡Cuán distintas fueron sus impresiones al salir de aquella casa! Había entrado pocos momentos antes indiferente, frío, con el espíritu desmayado y el paso vacilante.

A lo sumo se permitían maldecir de los curas, acusarles de inmorales y codiciosos, o renegar de que se «metiesen en política» y tomasen las armas para traer el «escurantismo y la Inquisición»: cuestiones más trascendentales y profundas no se agitaban, y si a tanto se atreviese alguien, es seguro que le caería encima un diluvio de cuchufletas y de injurias.

Las malas lenguas pueden decir cuanto se les antoja, los mal pensados pueden suponer las mayores diabluras; pero lo cierto es que doña Inés era recatadísima y, o bien tenía razón el padre Anselmo y era una Lucrecia cristiana, o bien sabía, con prodigioso artificio, practicar aquel famoso precepto que dice: «Si no eres casta, cautaDe aquí que doña Inés pudiese erguir muy alta la frente y calificar de brutal y grosera calumnia la más leve insinuación que contra su honestidad se atreviese a hacer algún deslenguado.

El respeto supersticioso al orden que le inculcaron al moldearle de joven en la estrechez de la disciplina tomaba en su alma una dureza salvaje. Para él, la sociedad sólo podía marchar con los presidios llenos, un fusilamiento en cada esquina y la Guardia civil descargando sus armas sobre todo grupo que se atreviese a lanzar un viva, a tremolar una bandera.

Si yo me atreviese a traducirle solamente una página, quedaría usted maravillada de la verdad sencilla y familiar del relato; usted vería con qué alegría ingenua habla el poeta del vino tinto y de la carne suculenta: y con qué admiración, de las puertas bien cerradas y de las mesas bien acepilladas.

Creemos, sin embargo, que en vez de censurar al autor porque no apela a tales enredos, conviene darle gracias por la mucha conciencia que tiene, sacrificando a la fidelidad del relato el portentoso efecto que haría si se atreviese a exornarle y bordarle con lances y episodios sacados de su fantasía.

Á pesar de lo solitario de la situación de Ester, y aunque no tenía un amigo en la tierra que se atreviese á visitarla, no corría sin embargo el riesgo de padecer escaseces. Poseía un arte que bastaba para proporcionarle el sustento á ella y á su hijita, aun en un país que ofrecía comparativamente pocas oportunidades para su ejercicio.

Trabajo cuesta creer que en un lienzo de Velázquez y tan admirable como éste, se atreviese a introducir novedades o reformas otro pintor y menos Mazo; pero téngase en cuenta que en aquella época, los que podían mandar eran obedecidos con más facilidad que ahora, sobre todo si era artista el que había de obedecer.

La pintura multiplicó los objetos de esta misma ilusión, dando formas significantes y graciosas á las máquinas y tramoyas inventadas por la mecánica, y animándolo y vivificándolo todo con la magia de sus colores, Y la poesía, ayudada de sus hermanas, desenvolvió sus fuerzas, desplegó sus alas, y vagando por todos los tiempos y regiones, no hubo ni en la historia ni en la fábula, en la naturaleza ni en la política, acciones y acaecimientos, vicios ó virtudes, fortunas ó desgracias, que no se atreviese á imitar y presentar sobre la escena.

Temía, por lo que ya he dicho, volver a las conversaciones íntimas, y no se me ofrecía en aquel instante objeto de qué tratar. Noté que Gloria me miraba con frecuencia, sonreía levemente, bajaba la vista y otra vez volvía a mirarme y sonreír, moviendo los labios un poco, cual si le viniesen deseos de decirme algo y no se atreviese.