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Este derecho, invocado con una testarudez infantil, hizo sonreír á Freya dolorosamente. Largos siglos de experiencia parecieron asomar en el fruncimiento melancólico de su boca. Brilló en ella la sabiduría de la mujer, más cauta y previsora que la del hombre, por ser el amor su única preocupación.

Lo que yo quería conocer no eran las ideas de don Guillén, sino su vida y sentimientos. Le atajé, con cauta ironía: Tiene usted razón. No presumía que en los seminarios enseñaban a discurrir de esa manera sintética y plástica, por paradojas. [Nota: DISQUISICIÓN DE DON GUILL

Doña Luz resolvió, pues, ser más cauta y menos expansiva en lo venidero, y no menudear tanto las discusiones filosóficas y teológicas, y las confianzas y el trato con el venerable sobrino del antiguo administrador de su casa.

Doña Clara miró aquel papel. ¡Ah, infame! dijo ; ni un sólo momento ha pensado en ser leal á vuestra majestad. ¡Cómo!, yo creo que cuando don Rodrigo escribió su memorial obraba de buena fe. Esta no es su letra, señora. ¡Que no es su letra! ¿Y cómo lo sabes ? Como que me ha escrito más de una y más de tres cartas de amor. Pero yo he sido más cauta.

Supo al cabo Currita convencerle, y cauta siempre, y sin dar ella la cara, encargóle a él entablar las negociaciones con don Juan Antonio Martínez y el ministro de Ultramar, personajes ambos que con traidora previsión había procurado desde mucho tiempo antes atraer a su casa, importándosele un bledo los aristocráticos aspavientos de sus ilustres amigas.

Ella, más cauta en el hablar que en el mirar, ya bajaba los ojos y se esquivaba sin responder, ya respondía con desvío, si bien templado y dulcificado por el respeto y por la afectuosa consideración que personaje de tantas campanillas no podía menos de inspirarle. Tampoco atinaba Juanita a disimular el contento consolador que tamaña lisonja y tales halagos ponían en su pecho.

Las malas lenguas pueden decir cuanto se les antoja, los mal pensados pueden suponer las mayores diabluras; pero lo cierto es que doña Inés era recatadísima y, o bien tenía razón el padre Anselmo y era una Lucrecia cristiana, o bien sabía, con prodigioso artificio, practicar aquel famoso precepto que dice: «Si no eres casta, cautaDe aquí que doña Inés pudiese erguir muy alta la frente y calificar de brutal y grosera calumnia la más leve insinuación que contra su honestidad se atreviese a hacer algún deslenguado.

Sólo puedo daros una descripción incompletísima; yo sólo puedo deciros que era una joven de veinte años, alta, esbelta, admirablemente formada, con ojos negros, grandes, brillantes, hermosos hasta lo infinito; frente blanca, tersa, pura como el marfil; vamos: es imposible, lo veo: a una mujer hermosa se la pinta, no se la describe, y aún pintándola, por más que el retrato sea obra de un gran artista, sólo tendréis el remedo, porque faltará allí la vida; porque una fisonomía no se reproduce en un solo rasgo, en una sola manifestación; porque no pueden fijarse, reproducirse las ondulaciones del alma; esa sonrisa a la que sucede una gravedad triste, esa mirada anhelante que vacila y tiembla delante de vuestra mirada y se aparta de vos para volver a buscaros, ya más serena más cauta, rehecha de la primera impresión; esa boca entreabierta y pura que deja escapar un hálito ardiente y entrecortado; ese seno que se alza y se deprime obedeciendo a ese hálito; no, no; el pintor sólo puede reproducir el alma en un momento dado, y el alma, que es la luz del semblante, no se reproduce, no se manifiesta en una sola sensación... es imposible que yo pueda daros una idea de Amparo.

Lisonjeó mucho a la Tribuna el ver que se habían con ella lo mismo que con las señoritas, y auguró bien del rendido galán. Mas tan luego como la noche cauta señoreó absolutamente el escenario, Baltasar creyó poder apoderarse a hurto de una mano morena, hoyosa y suave al tacto como la seda. Amparo pegó un respingo. Estese usted quieto.... Y va de dos veces que se lo digo, caramba.

Al día siguiente, cuando supimos lo ocurrido, apreciamos unánimemente aquella huida del siguiente modo: El príncipe de Cabourg no tiene cabeza suficiente para sostener esta corona; ocúpese la diplomacia en buscar otra frente y sea cauta en la elección para no verse burlada de nuevo.