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En el verano y otoño de 1604 reside con su mujer en Toledo, según una importante carta autógrafa que publicó en parte von Schack y más completa la Barrera, y los manuscritos de dos comedias, fechados en aquella ciudad. Por éste tiempo ya empieza Lope a quejarse de los editores que imprimen mutiladas y variadas sus comedias y le atribuyen obras ajenas.

Las funciones del teatro modelo habrían de dividirse por igual en tres clases: una sería de composiciones dramáticas de antiguos autores cuyas obras fuesen ya del dominio público; otra sería de composiciones de autores, vivos ó muertos, de cuyas obras conservasen la propiedad ellos, sus herederos ó sus editores; y otra, por último, de composiciones inéditas.

Dice el Sr. Cané que Rafael Pombo, a pesar de las reiteradas instancias de sus amigos y de ventajosas propuestas de editores, nunca ha querido publicar sus versos coleccionados. Y hace con este motivo una observación que, por cierto, ha de causar alguna extrañeza entre nosotros, porque la costumbre que se observa es diametralmente opuesta.

Verdad que, en muchos casos, no era posible que hubieran sido publicadas por él en forma más pura que por sus anteriores editores a menos de haberlas en gran parte rehecho , pues no siempre poseería sus propios manuscritos, que, vendidos a los directores de las compañías, habrían ido a parar Dios sabe dónde, sino que tendría que valerse de copias y de copias de copias en las que el texto estaría mutilado y viciado hasta por las propias necesidades de la representación escénica.

El librero de la calle de la Industria pedía a Madrid algunas novelas de Paul de Kock por encargo de sus parroquianos, y el profesor de piano hacía análoga reclamación a los editores de música, de varias romanzas sentimentales con títulos apasionados como Vorrei morir, Tutto per te, Non posso vivere y otras de igual jaez, por empeño de sus discípulas.

A nuestro juicio, sin embargo, esa circunstancia, ó más bien dicho, esa concomitancia insignificante, no autoriza de ningún modo á deducir la consecuencia que sacan los editores, porque esas denominaciones, como otras, son peculiares, en general, del círculo de ideas dominantes de la Edad Media, no habiendo necesidad ninguna de que, para aplicarse, pasaran de unos pueblos á otros.

Poco después, los editores del Diario de los literatos de España se trazaron el plan de inculcar entre sus compatricios la crítica árida, y mortal para el ingenio, de Boileau.

Es seguramente insensato considerar, como aproximada á la verdad, la suma de los dramas españoles, insertos en los catálogos publicados en el siglo XVIII. Catálogos de esta especie sólo comprendían las obras dramáticas impresas, ó las manuscritas, que por casualidad habían llegado á manos de los editores.

Del periódico El Patriota del jueves 18 de Enero de 1838 se copia el siguiente artículo. Sres. editores del Patriota: A los del Eco del Comercio dirijo el artículo siguiente.

Las doce mudas se reducían a doce camisolines, o sea doce cuellos y doce pecheras. ¡Oh, prodigios de la fantasía! La hermosa bailarina esperó en vano aquella noche a Julio Camba. Su labor teatral en América le dará dinero y gloria. Empleará el magín en forjar versos y situaciones dramáticas en lugar de asaltar editores y prestamistas.