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Miraba a las casas donde todavía no se percibía luz ninguna, y se preguntaba: ¿Los que habitan allí, lejos del ruido, encerrados por esta muralla natural, serán más felices que los que vivimos en la agitación estruendosa de la corte? ¡Quién sabe! Fijose en una pareja de jóvenes asomados a la barandilla de un terrado, y no pudo menos de envidiarlos.

Al descender de su observatorio, echados por las sombras de la noche, que envolvían el patio de la Fábrica y cubrían la estruendosa retirada de las cigarreras vestidas ya con sus trajes usuales, Baltasar iba silencioso y concentrado. Borrén muy locuaz. El bueno del capitán no cabía en de gozo, ni más ni menos que si la aventura de ver bailar a la Tribuna le aconteciese a él directamente.

Madre e hija dieron mil gracias a don Paco por su buena intención, mostrando repugnancia en aceptar por el qué dirán y sosteniendo que cuando viesen a Juanita con traje tan lujoso todo el lugar se alborotaría, adivinaría que la seda era regalo de don Paco y él y ellas darían una estruendosa campanada. Nada contestó don Paco a tan juiciosos razonamientos; pero hizo algo más elocuente y persuasivo.

Jerez les parecía estrecho para su dicha y corrían los cortijos y las poblaciones inmediatas, llegando hasta Cádiz, seguidos del cortejo de cantadores y matones que acompañaba siempre a Luis Dupont. Pocos días antes habían tenido en Sanlúcar de Barrameda una fiesta estruendosa, al final de la cual, la Marquesita y su amante, embriagando a un camarero, le raparon la cabeza con unas tijeras.

Le costaban dinero y no poco tales relaciones, y él se alarmaba en sus mezquindades de rico; pensaba con remordimiento en el porvenir de sus hijos como si estuviera arruinándoles, en lo que diría ante los gastos considerablemente aumentados aquella Remedios tan económica, tan dispuesta a la defensa del céntimo, sin otros despilfarros que el manto nuevo para la virgen o la fiesta estruendosa con gran orquesta y bosques de cirios.

Luego, cuando la estruendosa caída del privado, y aun después de la fuga, el caballero avilés, fiel a sus principios de lealtad, fue quizás el único palaciego que osara defenderle. Esto bastó. Una consigna sigilosa bajó de lo alto. Se le hizo sufrir toda suerte de humillaciones, se le postergó en las ceremonias, se le vejó ante las damas, sus memoriales fueron a dar a los braseros.

Porque eso , ella respetaba la casa paterna y jamás allí las tenía, como no fuese con mil sigilosas precauciones y a furto del severo autor de su existencia. Catalina, al acudir a fiesta tan numerosa y estruendosa, daba un paso atrevido e inusitado, y atropellaba un poco su decoro, y, si no su buena, su mediana fama: todo por devoción a Arturito, cuya munificencia la encantaba y seducía.

Todos en el lugar se retiraron a dormir y trataron de dormir profundamente y de prisa, a fin de estar listos y bien apercibidos, desde muy temprano, para las magníficas fiestas que había de haber al día siguiente. Desde el amanecer empezó a solemnizarse el 4 de agosto de manera estruendosa con repique general de campanas.

Y los sombreros volaban a la arena, y un redoble gigantesco de aplausos, semejante a una lluvia de granizo, corría de tendido en tendido conforme avanzaba el matador por el redondel, siguiendo el contorno de la barrera, hasta llegar frente a la presidencia. La ovación estalló estruendosa cuando Gallardo, abriendo los brazos, saludó al presidente.

Aquel año, por lo mismo que su sobrino estaba en el lugar, D. Acisclo quiso echar el resto, en el Jueves Santo, y la cena algo profana, a que dio ocasión la salida en procesión de la Santa Cena, fue opípara y estruendosa. Doña Luz estuvo amabilísima con todos, y doña Manolita muy alegre y chistosa.