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Actualizado: 19 de junio de 2025
Y mientras llegaba el domingo, con su estruendosa victoria, lo atiborraban de alimentos y le hacían beber champagne, mucho Cordón Rouge, como si el vino de los ricos afirmase de antemano su superioridad sobre aquel rival que sólo conocería la dulzona sangardúa de sus montañas. Los contratistas obligaron al doctor Aresti á que les acompañase á Azpeitia.
Aunque ella creía haber disipado todos los celos de don Paco y haberle inspirado confianza bastante para que no la vigilara, todavía temió que don Paco, o la viese en compañía de don Andrés o supiese por alguien que iba en su compañía, y aunque contra ella no formase queja, acabase por ofenderse de la obstinación con que don Andrés la perseguía y rompiese con él de una manera estruendosa.
Este breve compendio escrito de mis excursiones por Europa y América, traduce dos sentimientos, implica un doble deseo: levanto mi débil voz en esta estruendosa Roma moderna, que se llama Paris, para dar á conocer mi querida patria, y me cumplo la deuda que al comenzar mis viajes contraje de recojer mis impresiones y publicarlas.
Con la violencia de las explosiones saltaban hechos añicos los globos de vidrio del alumbrado de gas; el azufre colábase por todas las gargantas, llevando al fondo de los estómagos su sabor insufrible; pero todo entraba en la diversión, y al final, cuando estallaba el trueno gordo, haciendo temblar el suelo de la feria, la gente menuda prorrumpía en estruendosa aclamación, despertando de la pesadilla belicosa que la había enardecido durante media hora.
Su dandinismo había hecho estruendosa irrupción en la mente de sus maravillados compatriotas, mientras que el dandinismo de Juan Maury, casi a despecho de su poseedor, sólo se insinuaba con suave lentitud en el espíritu de la gente más delicada.
Eran las nueve y media y acababa de levantarse el telón para dar principio al segundo acto de Mademoiselle de la Seiglière, cuando la atención que Beatriz y la de Aymaret prestaban a la pieza, fue bruscamente interrumpida por la estruendosa entrada que efectuaban tres o cuatro personas en el palco opuesto al que ocupaban nuestras conocidas, quienes reconocieron en seguida a la baronesa de Grèbe, por su familia de La Treillade, escoltada de su fiel institutriz y seguida del marido y del marqués de Pierrepont.
Palabra del Dia
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