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De la cubierta de los botes goteaba sobre el mar el ígneo azufre de las luces de bengala. Las ondulaciones atlánticas tomaban bajo este resplandor de incendio que rodeaba al buque el aspecto denso del metal en ebullición.

10 éste también beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y delante del Cordero; 11 y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás. Y los que adoran a la bestia y a su imagen, no tienen reposo día ni noche, ni cualquiera que tomare la marca de su nombre.

14 diciendo al sexto ángel que tenía la trompeta: Desata los cuatro ángeles que están atados en el gran río Eufrates. Y el número de ellos. Y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de la boca de ellos salía fuego, humo y azufre. 19 Porque su potencia está en su boca y en sus colas.

Se usa la manzanilla, lo mismo que el café, para calmar la irritabilidad que exacerba la receptividad medicinal. Es opuesto en esto al azufre, que escita la impresionabilidad del organismo. La manzanilla solo es el antídoto del café, en cuanto que corresponde á la irritabilidad que este último ocasiona.

Y a encontrarse con alguna claridad el regio aposento, se le hubiera visto de color del panal y con baño de amarillo azufre.

Sin embargo, se han obtenido resultados completos con atenuaciones mas elevadas, aun en las necrosis escrofulosas, casos en que el azufre debe preceder á la plata.

Estaba sola, completamente sola; ¿qué iba a ser de ella? Los amigos del filósofo no le sirvieron de nada. No sabían más que discutir. El capellán no apareció por allí; la muerte repentina de don Carlos olía un poco a azufre. Un día, tres o cuatro después de enterrado su padre, Ana quiso levantarse y no pudo. El lecho la sujetaba con brazos invisibles.

Satanás se presenta consternado, y dice al Príncipe de las tinieblas: Las riberas del Cocyto Deja animoso Luzbel, Y de la laguna Estigia Azufre, resina y pez. Del Averno los tormentos Suspende, si puede ser, Y de tu reino de llanto Cese el bullicio cruel. De tus furias el azote En ocio y suspenso esté, Y los condenados, todos, Orejas á mi voz den.

Al diablo por estos tornadizos dijo el estropeado Cigarral así como vió trasponer al morisco hortelano ; al diablo por estos tornadizos, que siempre responden con sentencias y palabras de compás y medida, que huelen todavía al Alcorán, como pólvora al azufre, y como vasija al primer caldo que encerró en ella.

En atencion á las condiciones asténicas de la quina, la ténia reclama con frecuencia su uso, si bien el azufre, el grafito y el mercurio son indispensables para su espulsion y para oponerse á su renovacion.