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Y oculto el rostro entre las manos, la mirada en el vacío, teniendo ante mi vista toda mi existencia, dudosa, sin fondo, como un precipicio, quédeme absorto. Al cabo de una hora volvió Oliverio y me encontró en el mismo estado: inerte, inmóvil, consternado. Cariñosamente me tocó en el hombro y me dijo: ¿Quieres acompañarme esta noche al teatro? ¿Vas solo? le pregunté. No replicó sonriendo.

La respiración continuaba siempre laboriosa, las pupilas dilatadísimas e insensibles a la acción de la luz, y los líquidos que apenas tomaba, se quedaban en la garganta produciendo esos estertores penosos que impresionan tanto. Este último síntoma era de augurio fatal. Mi tío estaba consternado: su mujer iba desapareciendo lentamente sin hacer mención de reconocerlo cuando se acercaba a su lecho.

La costumbre de tratar con hombres muy distintos, no obstante, la hizo incurrir en fatales equivocaciones que atormentaron mucho al joven. Se levantó a buscar su manguito y sacó de él una cartera muy linda. ¡Oh! Es muy bonita dijo él tomándola y llevándola a los labios . La traeré siempre conmigo. Pero al abrirla quedó consternado. Dentro había un montón de billetes de Banco.

Mas como no era de presumir que ella por su voluntad se hubiese arrojado sobre de aquel modo brusco e inconveniente, pues jamás había hecho daño a ninguna muñeca, creí más probable que de alguna casa me la hubieran arrojado. Alcé la cabeza vivamente. En efecto, el reo estaba de pie en el balcón de un primer piso, suspenso, atónito, consternado. Era una niña de trece o catorce años.

Don Anselmo vino pronto, y apenas vio e inspeccionó al enfermo, mostró en su semblante consternado el cuidado que le inspiraba. Sea V. franco, D. Anselmo dijo don Acisclo : ¿qué tiene mi sobrino? Es un caso muy grave contestó tristemente el doctor. ¿Cómo es posible? ¿Quién lo creyera replicó don Acisclo , cuando ayer estaba tan bueno?

Estoy decidido a encargarme el calzado fuera de Pilares. ¿Qué le vamos a hacer? Pero este par de botas... murmuró Belarmino, dando vueltas a una de ellas, y descubriendo consternado los desgastes y quebrantos que la bota había padecido por el uso, evidentemente prolijo. Añadió con timidez: Están muy usadas. Por favorecerte, las he puesto un par de veces. Algo más se atrevió a corregir Belarmino.

No puedo decirlo... no puedo decirlo... Y no sale de eso, a pesar de todos mis esfuerzos para que se decida a hablar. Pero, poco a poco, su fisonomía se transforma, adopta una expresión resuelta, sombría, y sus labios acaban por murmurar amargamente: Quiero salir de esta casa... Quiero fugarme... ¡Gran Dios! ¿y con quién? pregunto consternado.

Hombre, eso es muy grave, pero muy grave afirmó Juan, poniéndose más serio que un juez . ¿Está usted seguro de lo que dice? ¡Que si estoy seguro!... Lo he visto, lo he visto. Pronunció esto con oprimido acento, como quien va a romper en llanto. Y usted, Sr. D. José de mi alma dijo Santa Cruz fingiéndose, no ya serio sino consternado , ¿qué hace que no pide una satisfacción al duque?

Oye, Ratón Pérez le dijo , ya puedes comer cebolla hasta hartarte, que a don Federico le ha tentado el diablo y se casa con la Gaviota. ¿De veras? exclamó consternado el barbero. ¿Te asombras? Más me asombré yo; ¡sobre que hay gustos que merecen palos! ¡Mire usted, prendarse de esa descastada, que parece una culebra en pie, echando centellas por los ojos y veneno por la boca!

Y éste galantemente lo presentaba ya para que se apoyase en él la señora, cuando interrumpiéndose ésta con aire consternado se volvía hacia la recién llegada y tomándole una de las manos murmuraba: ¡Qué distraída soy!... Es necesario que antes le presente a mi querida amiga... Camila Liénard, propietaria de la Rosalinda, en Val-Clavin... El señor Delaberge, inspector general de montes.