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Actualizado: 30 de abril de 2025
Pero... os exijo el más profundo secreto exclamó interrumpiéndose y con una gravedad, verdaderamente regia, el rey. ¡Señor! ¡señor! ¡mi lealtad! ¡Sí! ¡sí! ya sé que la lealtad á sus reyes, es una virtud muy antigua en la noble familia de los Velascos. Y hace frío... La duquesa removió de nuevo el brasero. Del mismo modo os exijo secreto, un secreto absoluto, acerca de lo que está sucediendo.
Luego de esto se fue a la cuadra, seguido de Potaje, y un cuarto de hora después sacó al patio del cortijo la fuerte jaca, inseparable compañera de sus andanzas. El huesudo animal parecía más grande y lucido tras las breves horas de abundancia en los pesebres de La Rinconada. Plumitas le acarició los flancos, interrumpiéndose en el arreglo de la manta sobre el arzón. Podía estar contenta.
¡Es un halcón que está de caza! dijo Marcos interrumpiéndose. Mas en el mismo instante pasó una sombra por el peñón. Era una bandada de pinzones que volaba sobre el abismo, y centenares de halcones y gavilanes se agitaban sobre ellos, dando vertiginosas vueltas y gritos estridentes para azorar a su presa, mientras que la bandada parecía inmóvil, de densa que era.
Ella se ruborizó levemente, un ligero estremecimiento agitó sus hombros como si de súbito sintiera frío e interrumpiéndose en medio de una frase insignificante, se acercó a la butaca que antes ocupaba y con la mayor naturalidad del mundo tomó una manteleta de encaje y se cubrió con ella.
Señores dijo el notario interrumpiéndose, ya es muy tarde y yo tengo la costumbre de madrugar; si me lo permiten ustedes, dejaremos para pasado mañana la conclusión de mi relato. El miércoles siguiente, era día de función en la Opera, y nos encontrábamos todos en la orquesta, exactos a la cita, y el notario no llegaba.
Y Caragòl, presintiendo en esto un elogio, contestaba gravemente: «Así es, mi capitán.» Tòni y los otros oficiales masticaban con la cabeza baja, interrumpiéndose únicamente para lamentar que el viejo se hubiese quedado corto al medir la ambrosía. El aceite era para él tan precioso como el arroz.
Me acuerdo del abrazo de Vergara, y ¡porra!... No te apures, compadre, que ya nos la pagarán. ¡Ay, ay, ay! mutilá Chapelen gorriá. Y se puso a cantar roncamente el himno carlista; pero interrumpiéndose de pronto: ¡Eh, tío Diego, a cantar! Dejémonos ahora de lágrimas... En efecto, su amigo lloraba en aquel momento lágrimas como avellanas, recordando la traición de Vergara.
Entonces Zoraida o Carmen, con cierta suave violencia, se lo quitaban. ¿Por qué? les preguntaba sorprendida. Ellas callaban, mirándose. Zoraida, que era música, solía sentarse al piano y ejecutaba con maestría motivos de Chopin o de Beethoven. A veces lo hacía como jugando, interrumpiéndose a cada rato por seguir la conversación de sus hermanas.
¡Ja, ja, ja!... Yo soy así dijo el diplomático siguiéndole el humor . Como nada debo, ni nada ni a nadie temo, doy todo mi pasaporte cuando me preguntan cómo me llamo.... Pero observo dijo, interrumpiéndose de pronto y consultando su reloj que con el placer de estar a su lado, olvido uno de mis deberes.
Sin cesar iba y venía por el terrado de su casa, sin acercarse demasiado a la barandilla, para que los transeúntes no le vieran con la cabeza envuelta en un pañuelo, como una mujer. Con frecuencia, sus hijos acudían junto a él y referían, interrumpiéndose, algo relativo a Jesús Nazareno.
Palabra del Dia
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