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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Donde éstas se pagan bien, por lo rico y más próspero del pueblo para quien se escriben, hay que lamentar hoy cierta plétora. Así en Inglaterra. Tauchnitz, editor de Leipzig, hace una edición de autores ingleses, contemporáneos los más. Es de presumir que sólo publica lo mejor. Su biblioteca o colección, no obstante, consta ya de mucho más de mil volúmenes.
Aquesta Liropeya en hermosura En toda aquesta tierra era estremada: Al vivo retratada su figura De pluma vide yo muy apropiada: Y vide lamentar su desventura, Conclusa Caravallo su jornada Diciendo, que aunque muerta estaba bella, Y tal, como un lucero y clara estrella.
Entre los muertos del ejército de Bolívar hubo que lamentar dos pérdidas de consideracion: el general Cedeño y el coronel Ambrosio Plaza quedaron sepultados bajo sus propios laureles.
En vez de lamentar su desgracia, la consideraba lógica. ¡Una mujer metida á ganar dinero!... Las mujeres sólo pueden conseguirlo de manos del hombre, y es inútil que lo busquen por sí mismas, ni aun apelando al juego. El juego también es empresa de hombres.
Sólo las jóvenes que habían cultivado sus músculos en los deportes al aire libre se reían de estos temores de las señoras de salón. Todas se mostraban acordes al lamentar los crímenes de los hombres, pero la situación angustiosa parecía sin remedio.... Y de pronto surgió el hecho providencial y decisivo, un descubrimiento científico que casi puede ser calificado de milagro.
Sí, señora, sí, lea usted, vea: «tenemos que lamentar por nuestra parte la muerte del joven Conde romano...» ¡Ah, qué lástima de joven! ¡qué pena, qué dolor!
Entre no echar de menos a una persona y olvidarla por completo hay una enorme distancia. Si el Vizconde de Goivoformoso hubiera seguido siempre en Río de Janeiro, todo en torno de él, no sólo le hubiera recordado a Rafaela, si no le hubiera hecho desear su presencia y lamentar la falta de su trato y de su vista.
El triste lamentar y las endechas Que cada cual cantaba de su modo, A la falta del pan iban derechas, Que en tratar de comer estaba todo. Las carnes consumidas y deshechas, Los rostros de color de puro lodo, Perdiò el amor su fuerza aquì de hecho, Que cada cual miraba su provecho.
Es probable que la soledad, la ociosidad, la privación de placeres activos, en que el hombre gasta sus energías, y, en fin, la savia de la primavera que asciende a la cabeza de los seres vivientes como a las sumidades de los árboles, le hiciera lamentar más de una vez la noble resolución que había tomado.
No debe usted lamentar nada; Jaime habría trabajado el cristal sin convicción, en tanto que será un soberbio abogado, bajo su toga. Y podrá sernos útil si tenemos pleitos, él nos defenderá. ¡Oh! Jaime no estima mucho los pleitos sobre negocios. Prefiere las causas sensacionales. Yo sé lo que le conviene a Jaime interrumpió Diana: un hermoso crimen con un asesino difícil de defender.
Palabra del Dia
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