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Actualizado: 24 de mayo de 2025
El Sr. de Figueredo era más bien despreciado y aborrecido, y por lo tanto, el sujeto menos idóneo para patrocinar e introducir ante el público a una artista que aspirase a hacerse aplaudir. Consternado recibió la carta, porque debía favores a quien se la escribía, tenía obligación de complacerle y no se consideraba muy apto para tan difícil empeño.
Satanás se presenta consternado, y dice al Príncipe de las tinieblas: Las riberas del Cocyto Deja animoso Luzbel, Y de la laguna Estigia Azufre, resina y pez. Del Averno los tormentos Suspende, si puede ser, Y de tu reino de llanto Cese el bullicio cruel. De tus furias el azote En ocio y suspenso esté, Y los condenados, todos, Orejas á mi voz den.
Si los quería diferentes debió hacerlos diferentes". Las pretensiones de un "omnipotente demonio deseando ser cumplimentado" como todo misericordioso, cuando está ejerciendo la más perversa crueldad, no son ya admitidas en consternado silencio.
Hacía ya cerca de un mes que no salía a caballo ni en coche, y no pasaba en la cuadra más de una hora todos los días. Piscis se hallaba consternado. Venía diariamente a buscarlo, pero en vano. Mira, Piscis, hoy tengo que limpiar los estribos de plata, no puedo salir. Mira, Piscis, tengo que ir a cobrar una letra por encargo de papá. Mira, Piscis, la Linda está con torozón y no se la puede montar.
Marcilla, aunque consternado con la infausta noticia del casamiento de Isabel, procuró empero cuanto pudo recatar su profunda pesadumbre, para no ahogar la alegría de sus regocijados padres, y se apercibió cauteloso para tener con ella una entrevista.
Cuando uno es pobre, es necesario no ser orgulloso dijo el honorable conserje, que me pareció expresar en esta circunstancia, los sentimientos de un portero. Tenía bástanle con este diálogo, y lo terminé bruscamente abriendo la puerta del cuarto y pidiendo una luz á Vauberger, que creo no se hubiera consternado más si le hubiera pedido su cabeza.
El Padre Alesón, consternado, no sabía qué replicar. La cosa no era para menos.
¡No quedaba nadie vivo en toda la calle de Anloague! añadió Capitan Toringoy afectando valor é indiferencia á los ojos de su familia. Yo me retiraba consternado, prosiguió Chichoy, pensando en que si solamente una chispa, un cigarrillo, se hubiese caido ó se hubiese derramado una lámpara, ¡á la hora presente no tendriamos ni General, ni Arzobispo, ni nada, ni empleados siquiera!
Parecía tan consternado como ese personaje de los cuentos de hadas, que ve sus diamantes trocados en avellanas. Me levanté algo avergonzada, pues le había engañado abominablemente. ¡Oh, Reina!... comenzó. Mi querido cura exclamé yo estrechando a Peveril del Pic contra mi corazón, ¡dejadme continuar, os lo ruego, os lo suplico! Reina, mi Reinita, nunca hubiera creído eso en ti.
Yo estaba consternado, cuando á medio día, en un montón de cartas, se encontró una para el señor Bobart. ¡Ah! exclamó Roussel; ya la tenemos. Espere el señor, que la cosa se va á hacer más precisa dentro de un segundo ... Hacia las doce y media, la cocinera del señor Bobart entró en la portería.
Palabra del Dia
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