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Líbrelos Dios de caer en manos de uno de esos asesinos, y preferid antes que tal os aconteciese, un vuelco, un despeño, ó un choque de trenes en la seguridad que de estos no saldríais tan magullados como de los aceitosos, largos y apergaminados dedos que la emprenden con vuestras carnes con una fe tal que no hay dolor que no desaparezca, por aquello de que baza mayor quita menor, y de seguro que en aquel juego, la menor es siempre la dolencia, y la mayor la que os propina el sobandero en medio de resoplidos, apretones y magullamientos.

No se había atrevido á desenvainar la daga, porque temía no le aconteciese otra negra aventura como la que creía haberle acontecido la noche anterior; esto es: matar á un hombre entre lo obscuro, sin voluntad alguna de matarle. Y siguió, siguió andando con paso tan rápido, que se cansó al fin y se sentó en el escalón de una puerta.

11 Porque el Hijo del hombre es venido para salvar lo que se había perdido. 12 ¿Qué os parece? Si tuviese algún hombre cien ovejas, y se perdiese una de ellas, ¿no iría por los montes, dejadas las noventa y nueve, a buscar la que se había perdido? 13 Y si aconteciese hallarla, de cierto os digo, que más se goza de aquella, que de las noventa y nueve que no se perdieron.

Pero usted que es el gobernador eclesiástico, el que está en lugar de nuestro arzobispo, ¿qué haría usted si tal caso le aconteciese?

Por el siglo de mi madre, que me sacase los mismos ojos de mi cara, si alguna desgracia me aconteciese bonita soy yo para eso. JUANA #Tostada#. Sosiégate, prima, que toda la gente viene. CHANFALLA. Siéntense todos; el Retablo ha de estar detrás de este repostero, y la autora también. GOBERNADOR. El señor Montiel comience su obra. BENITO. Poca balumba trae este autor para tan gran Retablo.

Al descender de su observatorio, echados por las sombras de la noche, que envolvían el patio de la Fábrica y cubrían la estruendosa retirada de las cigarreras vestidas ya con sus trajes usuales, Baltasar iba silencioso y concentrado. Borrén muy locuaz. El bueno del capitán no cabía en de gozo, ni más ni menos que si la aventura de ver bailar a la Tribuna le aconteciese a él directamente.

Y como aconteciese que Cervantes fuese volviendo en de aquel trastorno de sus sentidos, de lo a que él, si no hubiese estado celoso y perturbado, no hubiera llegado, espantose; porque conoció claro que no por haber empeñado él su honra, tomando la de ella, había menguado en un ápice su adoración por doña Guiomar, sino que antes bien, con la nueva dificultad había acrecido; y aquejábale hasta criar dentro de su pecho una rabiosa tormenta, el ver que la visita del familiar con la hermosa viuda continuaba, y que ella no volvía; y mientras esto ponía a Cervantes en una borrasca de confusiones, Florela atisbaba, demudada y pálida, porque a su señora amaba, oculta entre los jazmines, y proponíase todo relatarlo como ella lo había visto y oído a doña Guiomar, para que no fuese más tiempo burlada y engañada, y por la burla y el engaño se vengase.

Ved lo que hacéis, o más bien lo que pensáis hacer, señor soldado, dijo la tía Zarandaja, mirando con asombro a Cervantes; que en una temeridad tal podíais dar, que os cueste cara; que no querría yo que a un mozo tal como vos, que sois un pino de oro, y tan amado por una tal y tan rica hembra de la hermosura como doña Guiomar, le aconteciese una desgracia; que no me consolaría de ella en todos los días de mi vida.