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Aquel año, por lo mismo que su sobrino estaba en el lugar, D. Acisclo quiso echar el resto, en el Jueves Santo, y la cena algo profana, a que dio ocasión la salida en procesión de la Santa Cena, fue opípara y estruendosa. Doña Luz estuvo amabilísima con todos, y doña Manolita muy alegre y chistosa.

La señora no estaba, pero estaba el señor, el cual me recibió de una manera amabilísima, porque creyó tal vez que iba á pagar; pero luego que se hubo enterado del asunto, de l'affaire, como dicen aquí, frunció el entrecejo, agrió la voz, y se ladeó un poco, cual si quisiera significarme que mi reclamacion era cosa que él se echaba á la espalda.

Piensa que he sido muy desgraciado, y que padezco de murrias y fastidios. Tienes razón: la vida es amable, amabilísima, a pesar de que el dolor, inherente a la naturaleza humana, nos persigue por todas partes y a todas horas. Tienes razón: cuando el hombre ama y es amado la vida es amable.

Se fue a una joyería y compró una sortija con tres brillantitos en forma de trébol: total sesenta duros. La hermosa chula también aceptó este regalo con un gozo que le hizo prorrumpir en exclamaciones. Aquella tarde estuvo amabilísima y jovial como nunca. Mas he aquí que a la tarde siguiente la decoración había cambiado por completo.

Otro que tampoco se preocupaba poco ni mucho con la situación geográfica era Ramoncito, aunque por contrario modo. Esperancita estaba con él amabilísima, tal vez porque creyera con ello guardar mejor la ausencia a su prometido Pepe Castro. El concejal, ebrio, loco de alegría, no se apartaba de ella ni un milímetro más de lo que exige la decencia.

Cuando llegué a casa, después de dar algunas vueltas entre calles, me encontraba en buena disposición de espíritu para escribir la carta a Gloria. Me puse a ello y concluí de una vez sin vacilaciones ni tachaduras. «Hermosa y amabilísima amiga: En efecto, yo he sido el desdichado que ha tenido la ocurrencia de visitar al P. Sabino y proporcionarle a usted un disgusto. Tiene usted razón.

Hay en Venecia buenos hoteles y cafés, tiendas elegantes, profuso alumbrado de gas, sociedad amabilísima y fácil, bibliotecas, muchísimos edificios notables, buenas librerías.

Intenté explicar mi repentino alejamiento, sin herirla a ella ni a don Oscar. Pero estaba tan confuso y avergonzado, que no dije más que tonterías. Doña Tula estuvo amabilísima conmigo; pero cuanto más lo estaba, más seria y cejijunta se ponía Gloria, que no había despegado ni despegó los labios durante nuestra plática.

Hacía tres años que el Menino estaba en poder de nuestra niña y en todo este tiempo no había dado señal alguna de nutrir en su cerebro proyectos de evasión; antes por el contrario, el grandísimo hipócrita mostraba siempre que podía que se le daba un bledo por la libertad y que había renunciado a ella de buen grado en obsequio de su amabilísima ama.

Aunque tan otra de la que me fui, ansiaba ver a los antiguos amigos, y singularmente al que me proporcionó recursos para ir al Brasil y me dio las cartas de recomendación para Figueredo, que causaron el cambio de mi fortuna. Los más de estos antiguos amigos se me mostraron muy amables. Con algunos estuve yo amabilísima.