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Aquello fué una delicia: se quemó mucho incienso, se cantó mucho en latin, se gastó mucha agua bendita el P. Irene en obsequio de su amigo cantó con voz de falsete el Dies iræ, desde el coro y los vecinos cogieron verdadero dolor de cabeza con tanto doblar á muerto. Doña Patrocinio, la antigua rival de Cpn.

Y presa de este vértigo infernal, Montiño adelantó con paso nervioso, lento, marcado, con los cabellos erizados, con los ojos horriblemente dilatados, con la boca contraída, temblorosa, con el semblante lívido, estremeciéndose todo, hacia el cadáver, junto al cual llegó y le contempló de una manera horrorosa en el momento que la clerecía empezaba á entonar el terrible salmo: Dies iræ, dies illæ.

Algunas mujeres subieron a ver el cadáver de la hija de Maricadalso, cuyo ataúd acababa de traer López. Era una muchacha bonita, cigarrera, con opinión de honrada. Maricadalso subía a su casa, lloraba junto al cuerpo de su hija, bajaba a gritar de nuevo, blasfemando, volvía a subir y a llorar.... Ya no parecía la Muerte sino la Locura cantando a su modo el Dies irae.

El último párrafo decía: «El suceso tan esperado por el mundo católico, la definición del dogma de la infalibilidad pontificia había llegado por fin en el glorioso día de eterna memoria, el 18 de Julio de 1870: haec dies quam fecit Dominus...».

Personis corona ornamenta, ubiubi licuit, per sacros dies, ardens amare noster ephebus, parari sibi genialem thorum á parentibus impetrat ad optatos tandem complexus devenitur. Ludus Troicus cæteraque solemnia qualia decuit in pompa regia instruuntur. Blancas eran las golas de la Reina y de todas las doncellas, plegados alrededor, sin faltar nada.

Presenció el tercer acto de Otelo, aquel terrible acto cuya música parecía ser digna continuación del Dies iræ de la mañana, en la que Rossini parecía completar a Thalberg; y al llegar a la escena en que el moro se suicida después de asesinar a Desdémona, tan en serio tomó la tragedia que estuvo a punto de gritar como Aria a Petus: ¿Verdad, Otelo, que no hace daño?

Pero lo que más conmovió a los dos fue el imponente Dies iræ, cuando resonó bajo las bóvedas del templo, tocado por el eminente Thalberg.

Y aparecen figuras extraordinarias, enigmáticas, en quienes palpitan encarnaciones distintas y olvidadas de la eterna Eva. Allí se acercan la Venus Fecunda, ensangrentada por un cilicio, envuelta en un sudario, y María de Nazareth, coronada de pámpanos y esgrimiendo el tirso de las bacantes. La diosa gentílica canta el Dies irae. La virgen cristiana recita los versos impíos de Lucrecio...

Encuadernado, una peseta más. Encuadernado lujosamente, una peseta más. Epístola necrológica de D. Luis González Brabo; una peseta. El Palacio de la verdad: comedia en tres actos; 2 pesetas. Guerra a la guerra: dolora dramática; una peseta. Díes Iræ: drama en un acto; una peseta. Cuerdos y locos: comedia en tres actos; 2 pesetas. El honor: comedia en tres actos; 2 pesetas.

By little and little the scanty vegetation languishes and dies; and mosse disappear, and a red burning hue suceeds. ROUSSEL. Palestine. En un documento tan antiguo como el año de 1560 he visto consignado el nombre de Mendoza con este aditamento: Mendoza, del valle de La Rioja.