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Hay dos puros corazones Tan estrechamente unidos, Que de los dos los latidos Se responden á la par: Unos mismos sentimientos Á los dos á un tiempo agitan, Y si á un tiempo no palpitan Cesarán de palpitar. Hay dos almas que se buscan Y que en un amor se encienden, Ellas tan bien se comprenden, Que al llegarse á separar... ¡Separarse! No es posible!

Lleva los cabellos en dos lucientes cocas; sus mejillas están amapoladas; sus pechos palpitan descubiertos; un gran brial de seda blanca cae sobre el césped y forma a sus pies un remolino airoso. Esta litografía está encerrada en un óvalo bordeado de un estrecho filete de oro; el óvalo destaca en una amplia y cuadrada margen blanca, y el cuadro todo está ceñido por un ancho y plano marco negro.

Este poeta ha sido el bardo de las comarcas del bicol y en todos sus escritos palpitan tiernos recuerdos.

Las pasiones que nosotros creemos que sólo en el hombre alientan, alientan también en toda la Naturaleza. Todo vive, ama, goza, sufre, perece. El ácido y la base se estrechan en la sal; el cilandro ama al anís; el hombre ansía las bellas criaturas que palpitan de amor entre sus brazos. Las sociedades animales son tan interesantes como las sociedades humanas.

Y aparecen figuras extraordinarias, enigmáticas, en quienes palpitan encarnaciones distintas y olvidadas de la eterna Eva. Allí se acercan la Venus Fecunda, ensangrentada por un cilicio, envuelta en un sudario, y María de Nazareth, coronada de pámpanos y esgrimiendo el tirso de las bacantes. La diosa gentílica canta el Dies irae. La virgen cristiana recita los versos impíos de Lucrecio...

Mi mente te ha hecho vivir siempre conmigo tal como eres realmente en el fondo del alma, como serías también en la apariencia si no te hubieran arrastrado en un momento de desmayo las fuerzas infernales y misteriosas que aún palpitan en los obscuros rincones de nuestra naturaleza... Escucha: Allá, lejos, muy lejos, en el fondo de América, detrás de los Andes, conozco un valle tibio y risueño como un nido de amor.

Entónces, soñando sin sentirlo y perdiéndose en un mundo de cavilaciones luminosas, el alma descubre mil verdades que el bullicio del mundo le habia ocultado, verdades que brillan, que palpitan por decirlo así, lo mismo en la onda suspendida en el abismo y preñada de la luz de la luna, que en los senos oscuros de la roca y el bosque, y tanto en los maravillas del cielo como en los rumores de la brisa, las ecos del torrente y el sueño tranquilo de la naturaleza orgánica.

Santo nido hecho de flores y fragancias maternales de caricias, de ternuras y sedientas calenturas Por el bien de los mortales! ¡Corazón que guarda dentro el calor de las canciones que palpitan en los tristes corazones, que es altar, estuche, y centro de noblezas olvidadas y de hidalgas compasiones! ¡Ruiseñor enamorado de los cánticos del arte! ¡Corazón!

Un tenor, cuyo nombre por solo era un prestigio, llegó cerca del proscenio, a dos pasos de nosotros. Se mantuvo un momento en la actitud recogida, un poco torpe del ruiseñor que va a cantar. Era feo, gordo, estaba mal vestido, sin atractivo, otra semejanza con el virtuoso alado. Desde las primeras notas hubo en la sala un ligero estremecimiento, como en un bosque en donde las hojas palpitan.