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Ya me amenazó con ello el otro día, cuando me caí en el estanque del parque. Y eso porque sabe que no puedo sufrir la tapicería y que mi gusto es correr por los campos y el bosque á pie ó á caballo. Roger la contemplaba embelesado, admirando sus negros cabellos, el perfecto óvalo de su rostro, los alegres y hermosos ojos y la franca sonrisa que le dirigía y que demostraba su confianza en él.

Estaba encerrada en un óvalo que podría tener media vara en su diámetro mayor, y el aspecto de ella no era de mancha sino de dibujo, hallándose expresado todo por medio de trazos o puntos. ¿Era talla dulce, agua fuerte, plancha de acero, boj o pacienzuda obra ejecutada a punta de lápiz duro o con pluma a la tinta china?... Reparad en lo nimio, escrupuloso y firme de tan difícil trabajo.

Sus ligeros carros en forma de cajón eran de un azul rabioso, con un óvalo encarnado en el que se consignaba el nombre del dueño. Venían de Bellasvistas y de Tetuán, de los barrios llamados de la Almenara, de Frajana y las Carolinas. Los más pobres no tenían carro, y marchaban a lomos de un borriquillo, con las piernas ocultas en los serones destinados a la basura.

La ciudad tiene la forma de un gran óvalo, circundado por un canal ó gran foso que mantiene la comunicacion entre los seis grandes canales de navegacion que afluyen á Brujas, de Ostende, Gante, Newport y otros puntos de la provincia, y los pequeños canales que cortan la ciudad en diversas direcciones, facilitando las operaciones comerciales.

Aquella que a la Nela se apareció era según el modo Rafaelesco, que es el más sobresaliente de todos, si se atiende a que la perfección de la belleza humana se acerca más que ningún otro recurso artístico a la expresión de la divinidad. El óvalo de su cara era menos angosto que el del tipo sevillano, ofreciendo la graciosa redondez del tipo itálico.

Un óvalo pálido, dos círculos de sombra negra, en el lugar donde están los ojos, es todo lo que la obscuridad permite distinguir. Me parece que estoy ciego dice él. Y su mano trémula baja de la frente de Gertrudis hasta sus mejillas, como para reconocer, tocándolas, esas facciones queridas. Ella no retrocede ya y deja caer su cabeza sobre el hombro de Juan.

¡Unas puertas cocheras! Ocupan la mitad de la cara... ¡Eso, unos ojos!... No tienen vida ni llama; son negros y estúpidos como bocas de horno... Yo tengo los ojos grandes, es verdad, pero no desmesurados. Es preciso que, en una cara, esté todo proporcionado. Además, yo no tengo esa fisonomía de una legua; mi óvalo es más bien un poco corto. Parece que se ha propuesto desfigurarme.

Era Martí de mediana estatura, cabellera negra y abundante que rodeaba una frente amplia y bombeada, ojos negros de mirada dulce y penetrante, tez blanca pálida, como son generalmente los cubanos, bigote negro y crespo y un óvalo perfecto redondeaba su fisonomía armoniosa y vivaz.

Del antiguo seminarista bordelés, del bizarro galán joven del teatro del Gimnasio, ya no quedaba nada: los ojos habían perdido su mocero ardimiento; los labios, pálidos, temblaban en el óvalo pulcramente afeitado del rostro enjuto; el ademán era frío y borroso; el busto se inclinaba hacia la tierra; en el mento, antes desafiador y petulante, ya no quedaba voluntad.

En ciertos parajes, su fondo nivelado se extiende en forma de círculo ó de óvalo, donde antes hubo un antiguo lago, llenado gradualmente por sucesivas capas de aluvión; en otras partes, las alturas rocosas que se levantan á derecha é izquierda del arroyo, se aproximan unas á otras, y sólo están separadas por una estrecha fisura, por la cual se desliza el agua rugiendo.