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Las paredes estaban acolchadas con damasco amarillo; las sillas eran doradas igual que una mesilla de centro y un armarito para colocar chucherías. Observábase en aquella estancia, perteneciente a una mujer, el mismo desorden que suelen presentar los cuartos de los estudiantes o militares. Diversas prendas de vestir, enaguas, corsé, medias, andaban esparcidas por las sillas.

804 Esto hablaban los presentes, y yo, que estaba a su lao al oir lo que he relatao, aunque él era un perdulario, dije entre : "¡Que rosario le estan lanzando al finao!". 805 Luego comenzó el alcalde a registrar cuanto había, sacando mil chucherias y guascas y trapos viejos, temeridá de trebejos que para nada servían.

Allí tiene nueces, castañas, almendras, batatas, cirolitas imperiales envueltas en papel para que se pasen, guindas en aguardiente, orejones y otras mil chucherías. Los pimientos picantes, las guindillas y cornetas y los ajos, cuelgan en ristras al lado del bacalao, en la parte menos pulcra.

Algunas joyas y chucherías vio, que le parecieron recuerdo o prenda de amores; pero lo que es guano, ni el olor.

Debes tener paciencia y esperar. ¡Oh, , ya ! gritó. Dime que soy bueno y fiel como un perro y todas esas cosas; pero debes saber que para no es esa clase de juego... ¿me entiendes? No tengo dinero, y debo... mejor dicho, preciso alguno ahora... en el acto... esta misma noche. Te digo que no tengo nada declaró. Pero tienes una buena cantidad de joyas, vajilla de plata y otras chucherías.

Llevaba siempre los bolsillos atestados de chucherías, que mostraba para dejar bizcas a sus amigas. Eran tachuelas de cabeza dorada, corchetes, argollitas pavonadas, hebillas, pedazos de papel de lija, vestigios de muestrarios y de cosas rotas o descabaladas.

Veía al Pituso como si lo hubiera parido, y se había acostumbrado tanto a la idea de poseerlo, que se indignaba de que su suegra no pensase lo mismo que ella. Juntose Rafaela con su ama en la casa de Benigna, y helas aquí por la calle de Toledo abajo. Llevaban plata menuda para repartir a los pobres, y algunas chucherías, entre ellas la sortija que la señorita había prometido a Adoración.

Y todo ello por unas cuantas chucherías y regalillos de mala muerte.

Resumen: el estanquero era un imbécil chocho, sin una peseta y además lioso y trapalón que, viéndose amenazado de calabazas, pretendía ganar tiempo... y tener querida de balde. Se puso furiosa. Aquel hombre de quien, por lo menos esperó el cuarto pagado, algún vestido, cenas y chucherías, era un farsante tronado, ganguero, sinvergüenza. Tuvo ahorrillos, se los gastó, y aquí paz y después gloria.

A pesar de la edad y del juicio adquirido con ella, no vio nunca con indiferencia tales chucherías, y hoy mismo declara que cuando cae en sus manos alguno de aquellos delicados campanarios de marfil, le dan ganas de guardárselo en el seno y echar a correr. Cumplidos los quince años, era Barbarita una chica bonitísima, torneadita, fresca y sonrosada, de carácter jovial, inquieto y un tanto burlón.