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Peligroso era ir allí con una nave sola exponiéndose a un encuentro con fuerzas superiores enemigas, pero Morsamor, deseoso de señalarse por actos heroicos, propuso a sus compañeros de navegación y de armas dirigir el rumbo hacia Chaul y acudir en auxilio de la flota portuguesa que defendía allí la construcción del castillo y que tal vez en aquellos momentos estaba sitiada y vigorosamente combatida.

No lejos de Diu, florecía entonces, en el fondo de un estero y a orillas de un río caudaloso, la ciudad de Chaul, emporio del comercio que, para sustraerse al poder marítimo de Portugal, hacían entonces con la India, por tierra, Persia y Arabia. Chaul era singularmente famosa como mercado de caballos, y allí iban a surtirse los grandes señores y príncipes indianos para remontar su caballería.

El rumí la tomó por mujer o por amiga y movido por la ambición y excitado por la princesa, asesinó al rey y se apoderó en lugar suyo de aquellos Estados. Los portugueses entonces lucharon contra el usurpador, lograron vencerle y entraron en Ormuz a saco, apoderándose de un botín espléndido. Poco después de llegar a Goa la nueva de la victoria de Chaul, llegó también la nueva de esta victoria.

Al amanecer de un día del mes de Septiembre, la nave de Morsamor se hallaba a la vista de Chaul, muy cerca de la costa. Densísima niebla quitaba su transparencia al aire y extendida sobre la superficie del mar, ofuscaba la vista.

En vista de tan unánime concordancia de pareceres, Morsamor dispuso que se navegase hacia Chaul, y así lo hizo Fréitas, con todo el cauteloso esmero que convenía para esquivar el encuentro de superiores fuerzas contrarias y para acudir en la más oportuna sazón a dar a los amigos inesperado socorro.

Los portugueses habían obtenido del príncipe de Chaul el permiso de erigir una gran fortaleza no lejos de la ciudad y al borde del estero, adquiriendo así la llave y el dominio de emporio tan importante.

Al frente de una tropa de más de cuarenta, entre los que se distinguían Tiburcio dando cuchilladas y Fray Juan de Santarén animando a los combatientes con oraciones fervorosas, Morsamor hizo atroz carnicería en los musulmanes y gentiles de Chaul, que pronto abandonaron el campo y huyeron despavoridos refugiándose en la ciudad.

Interrogado por él el del esquife fugitivo habló de este modo: Yo, que me llamo Antonio Vaz, y los que vienen conmigo, formábamos parte de la tripulación de la galera que mandaba Diego Fernández y que había ido a ponerse a la entrada del estero para impedir que las fustas de Aga Mahamud penetrasen en él y fuesen a combatir la fortaleza, ya desde el agua, disparando bombardas, arcabuces y flechas, ya desembarcando gente a fin de tomarla por asalto, con el auxilio de los hombres de armas que Hamet, gran enemigo de los portugueses y dominador hoy en Chaul, ha enviado contra nosotros.