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Así, el viajero no recorre ninguno de esos valles sin encontrar uno ó mas campos de batalla donde los Franceses lucharon con prodigiosa energía y audacia contra las fuerzas muy superiores de los generales rusos y austríacos.

Lindo es el montecito que domina por el Este a la ciudad, donde a brazo partido lucharon antaño, macana contra lanza y carne contra hierro, el jefe de los indios y el jefe de los castellanos, y de barranco en barranco abrazados, matándose y admirándose iban cayendo, hasta que al fin, ya exhausto, e hiriéndose con su propia macana la cabeza, cayó el indio a los pies del español, que se levantó la visera, dejando ver el rostro bañado en sangre, y besó al indio muerto en la mano.

Casimiro tenía tres años más de edad que don Fadrique, y era también más fornido y alto. Irritado de verse vencido siempre como capitán, quiso probarse con D. Fadrique en singular combate. Lucharon, pues, á puñadas y á brazo partido, y el pobre Casimiro salió siempre acogotado y pisoteado, á pesar de su superioridad aparente.

Un buen rato lucharon y retozaron como dos cachorros por el campo. Andrés, no pudiendo de ningún modo acercar los labios al rostro de la zagala, por primera vez perdió el respeto que la tenía y trató de hacer uso brutal de las manos. Rosa se formalizó de repente y le rechazó con violencia. Pero él, sin hacer caso de esta vigorosa advertencia, se obstinó en el primer intento.

En este terreno fué fácil que las personalidades sucedieran á los principios, que se despertaran las ambiciones, y lo que es peor, que la venalidad, cáncer de la política, corrompiera los caracteres. Los verdaderos patriotas lucharon mucho tiempo contra esta invasión. El absolutismo, disfrazado con la máscara de la más abominable demagogia, socavó los clubs, los dominó y vendiólos al fin.

Pero consentir que un padre abusase de tan bárbara manera de su autoridad para violentar la inclinación de su hija y contrariar la voluntad misma de Dios, que la llamaba hacia , tampoco le parecía bien. Por algunos días lucharon dentro de él estas opuestas tendencias. Obdulia le veía preocupado, irresoluto.

Agotadas muy pronto las flechas de los arqueros, lucharon desesperadamente con espadas, picas, hachas y mazas, aprovechando todas las ventajas de su posición. Por fortuna, el combate cuerpo á cuerpo impidió á los honderos castellanos continuar su obra de destrucción.

Al ver aquellas formidables barreras de granito se comprende la tenaz y secular resistencia de las dos razas que lucharon durante ocho siglos, apoyándose y defendiéndose una y otra con el poder de la naturaleza y disputando el terreno palmo á palmo, en las gargantas estrechas de las serranías.

Poco á poco fueron retrocediendo por el camino que desde la casa del capitán conduce al riachuelo de Villoria. Allí se abre un campo donde los vecinos juegan á los bolos y á la barra. En este campo lucharon todavía un rato, protegidos por las sombras de la noche.

Un leve estremecimiento frío, melancólico, corrió por todos los ámbitos. En vano lucharon contra él aquellos a quienes el baile o el vino había enardecido. Poco tiempo después se había apoderado de todos. Escuchábanse las voces de las madres llamando a sus hijos, de los hermanos llamando a sus hermanas.