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Y en esas circunstancias, el plan de la escuela religiosa es satisfacer la curiosidad natural del niño sobre los hechos y las cosas del universo que le rodea, con las explicaciones que los sabios antiguos, graduados en dilatados cursos de ayuno y meditación solitaria en los desiertos, en las cuevas, en las ruinas o en los claustros, pusieron en boca de los dioses de entonces, para darles una autoridad que ellos no tenían, a fin de exigir una aquiescencia absoluta, única manera posible de hacerlas eficaces en su tiempo, y el objeto de la escuela positiva es satisfacer esa misma curiosidad con los conocimientos positivos adquiridos por los sabios modernos en la investigación de la naturaleza con los métodos modernos, y sin exigir para ellos obediencia ni aquiescencia de ninguna clase, que el progreso de la inteligencia humana ha hecho innecesarias, desde que la verdad no trae ya de un supuesto mandato de los muertos, sino de su concordancia con la realidad, su fuerza de convicción sobre el entendimiento.

Le había parecido más apropiado al carácter del lugar el valerse de estas armas antiguas. Las encontraba más en concordancia con el romántico castillo de Lewis, que dos estacas ó dos bastones. Pero su satisfacción por este hallazgo duró poco. Al levantar los ojos, vió al príncipe, vió á Martínez...

Los dos extraños anacoretas se encuentran, se contemplan con mutuo asombro y al fin se acercan y se tratan. Al principio se entienden por señas, porque Hay no sabe hablar, pero Asal logra pronto enseñarle su idioma. De los sabios coloquios que tienen ambos resulta algo de muy satisfactorio al parecer: la concordancia de la fe y la razón.

Subió á su habitación, para revestirse con la levita de los desafíos. Había llegado el momento de oficiar. Quedó indeciso ante el espejo, apreciando la falta de concordancia entre esta prenda majestuosa y el sombrero hongo que le servía de remate. ¡Ah, la guerra!

Así lo determinaron en los primeros momentos, y echaron a correr pensando simultáneamente en cuál sería la mejor manera de matarse, de golpe y porrazo, sin sufrimiento alguno, y pasando en un tris a la región pura de las almas libres. Lejos de la calle del Almendro, se modificaron repentinamente sus ideas, y con perfecta concordancia pensaron cosas muy distintas de la muerte.

Parece que poco tiempo después de este suceso, y aun antes de que el rajah de Travancor fuese restablecido en su trono, y el sultán Tippoo vencido y obligado á hacer la paz, D. Fadrique, cansado ya de peregrinaciones y trabajos, con la ambición apagada y con el deseo de fortuna más que satisfecho, logró, de vuelta á Lima, obtener su retiro, y se vino á Europa, anhelante de presenciar la gran revolución que en Francia se estaba realizando, cuyos principios se hallaban tan en concordancia con los suyos, y cuya fama llenaba el mundo de asombro.

No estará de más señalar ahora la perfecta concordancia entre la persona del sacerdote y su apellido Cedrón, pues por la estatura, la robustez y hasta por el color podía ser comparado a un corpulento cedro; que entre árboles y hombres, mirando los caracteres de unos y otros, también hay concomitancias y parentescos.

Importa, pues, aunque lleguemos á la perfecta anarquía de mi sueño, que haya una religión del Estado en que aparezcan y den razón de la idea y el sentimiento colectivos del Genio nacional, y que haya una dirección para esto, dirección nacional que deberá ponerse y conservarse en perfecta concordancia con el centro directivo y superior religioso, en lo que tiene la religión de universal ó de católica.

Observaba las caras con la más viva atención, y la maravillosa concordancia de los accidentes faciales con el lenguaje le pasmaba en extremo. Viendo a las criadas y a otras mujeres de Aldeacorba, manifestó el más vivo desagrado, porque eran o feas o insignificantes; y es que la hermosura de su prima convertía en adefesios a todas las demás mujeres. A pesar de esto, deseaba verlas a todas.

Sin esperar a más razones, Almudena extendió las manos, palpando en el suelo. Buscaba su guitarro, que Benina vio y cogió, rasgueando sus dos cuerdas destempladas. «¡Dami, dami! le dijo el ciego impaciente, tocado de inspiración». Y agarrando el instrumento, pulsó las cuerdas, y de ellas sacó sonidos tristes, broncos, sin armónica concordancia entre .