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«¡Bah! exclamó apartando la vista de su hermano con un movimiento desdeñoso de la cabeza . No quiero oír sermones. Yo bien lo que debo hacer». Dijo, y levantándose se marchó a su cuarto. Bien, muy bien murmuró el cura quedándose corrido, mirando a doña Lupe y a Papitos, la cual se pasmaba de aquel mirar que parecía una consulta . Y qué mal educadito y que rabiosito se ha vuelto.

Al fin de la calle del Águila también desmerece mucho el vecindario, pues en la explanada de Gilimón, inundada de sol a todas las horas del día, suelen verse cuadros dignos del Potro de Córdoba y del Albaicín de Granada. Por la calle de la Solana, donde habita tanta pobretería, iba Fortunata a misa a la Paloma, y se pasmaba de no encontrar nunca en su camino ninguna cara conocida.

De la huerta pasaron á la pomarada y aún fué mayor la alegría y la admiración de D. Félix al verse entre aquellos manzanos tan finos y peinados como elegantes damiselas. No eran como los suyos enormes, frondosos; pero en cambio soportaban en cada rama cuantas manzanas podían, y éstas eran más fragantes y azucaradas. D. César los trataba con una severidad inflexible que pasmaba á su primo.

Y doña Casta: «Ahora viene el paso difícil, ahora... En este trozo no tiene pero... ¡Qué limpieza... qué manera de frasear!...». Doña Lupe también hacía aspavientos, y Fortunata se veía obligada a expresar su entusiasmo, aunque no entendía una palabra de tal cencerrada, y en su interior se pasmaba de que aquello se llamase arte sublime, y de que las personas formales aplaudiesen música semejante a la de un taller de calderería.

Tal vez por esto en vida no fué muy elogiado Herrera de sus coetáneos que le miraron con prevención, y únicamente Lope de Vega le dedicó algunos versos en el libro segundo de su famoso Laurel de Apolo. Del maestro sevillano se dice que «dibujaba con cañas y manejaba el color con gruesas brochas», teniendo singular destreza para ello, y terminando su obra con una rapidez que pasmaba.

Teodoro Golfín observaba estos fenómenos con la más viva curiosidad, porque era aquél el segundo caso de curación de ceguera congénita que había presenciado. Los demás no se atrevían a manifestar alegría; de tal modo les confundía y pasmaba la perturbada inauguración de las funciones ópticas en el afortunado paciente. Pablo experimentaba una alegría delirante.

Era de ver también la flema con que Montifiori presenciaba el enlace de su hija; y por último pasmaba la apatía con que Blanca se entregaba a un marido que carecía, como era natural, de todos los encantos que un hombre puede ofrecer a una mujer joven y bella.

Pero el fenómeno aquél no mostraba afición sino á los libros: leía rápidamente y como por magia, enterándose de cada página en un abrir y cerrar de ojos. Su papá le compró una obra de viajes con mucha estampa de ciudades europeas y de comarcas salvajes. La seriedad del chico pasmaba á todos los amigos de la casa, y no faltó quien dijera de él que parecía un viejo.

Habia juego fuerte, y Candido se pasmaba de que nunca le venian, buenos naypes; pero Martin no lo extrañaba.

Don Braulio era quizá el único que ignoraba todo aquello, y la gente se pasmaba de su ignorancia. Los sujetos más benévolos decían: No es extraño. El buen señor está en Babia siempre. ¡Es tan distraído! Vaya: más vale así. Otros exclamaban: Bien se conoce que el hombre es un verdadero filósofo. Otros: ¿Quién sabe?